Fingir la muerte: el arte de desaparecer



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En julio de 1988, un asesor financiero norteamericano llamado Madison Rutherford, les dijo a sus amigos que se iba unos días a México. Pero no regresó, un desafortunado accidente automovilístico en una carretera acabó con su vida. El coche de alquiler golpeó de lleno y a toda velocidad contra un terraplén, se prendió fuego al instante. No quedaron más que algunos fragmentos de huesos. Pero debido a que había una fuerte póliza de seguro de vida de por medio, la empresa aseguradora comenzó a investigar.


El conocido antropólogo forense Bill Bass fue contratado para dicho trabajo. Años antes, Bass y un grupo de colegas habían hecho minuciosos estudios acerca de lo que sucede con los cuerpos en incendios devastadores.

En el piso del coche calcinado, el especialista encontró la parte superior de un cráneo y unos dientes. Pensó que algo no estaba bien, ya que el cráneo no debería estar en ese lugar. Además, el fuego parecía haber tomado una temperatura excesivamente alta para el incendio de un coche.

Incluso antes de que Bass obtuviera los registros dentales de Rutherford, vio que los dientes hallados eran inconsistentes con lo que cabría esperar de un acomodado varón de raza caucásica de 34 años, sino que eran más consistentes con los de un nativo mexicano.
La compañía de seguros contrató a un investigador privado, que encontró al "muerto" vivo y sin un solo rasguño. Ocurrió que Rutherford había robado un cadáver de un cementerio mexicano, lo había colocado en el coche para después estrellarlo e incendiarlo deliberadamente. Posteriormente había intentado cobrar la póliza, pero en su lugar, terminó en la cárcel.
Esta es una de las historias de un interesante libro de Elizabeth Greenwood "Jugar a morir: un viaje a través del fraude de la muerte".

Pero la realidad marca que no todo aquel que finge su muerte lo hace para cobrar una póliza. Es sorprendente lo que las personas dispuestas a esto hacen para tratar de borrar todo rastro de sí mismas y así vivir una vida diferente. Un paso importante para lograrlo es conseguir su propio certificado de defunción.

En el proceso de escribir el libro, Greenwood entrevistó a varios consultores privados que ayudan a "desaparecer" personas en Estados Unidos. Y descubrió que existe en ese país todo un ecosistema que brinda asistencia a individuos que deseen fingir su propia muerte, desde documentos hasta cadáveres.


¿Por qué fingir la propia muerte?

En muchos casos, las personas fingen su muerte para evitar la cárcel, para escapar de una deuda, de un acosador o de una relación tormentosa. En general, son los hombres los que más toman esta decisión.

También, simular la propia muerte podría ser un rechazo, una forma de huir, una manera de sortear el abismo entre quién eres y quién quieres ser.
Algo que ocurre ocasionalmente, es que algunas personas aprovechen escenarios confusos y de caos para desaparecer. Aparentemente, muchos individuos pensaron así el 11 de septiembre de 2001, cuando fueron derribadas las Torres Gemelas, ya que, aún hoy, el número de personas desaparecidas supera con creces el recuento de cuerpos. Incluso desaparecieron personas que, supuestamente, no estaban en Nueva York ese día.

Tampoco son pocas las figuras a las que la cultura popular les atribuye falsas muertes, Elvis Presley, Jim Morrison o Michael Jackson son algunos ejemplos.


Referencia:
https://www.publishersweekly.com/9781476739335



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