Comunicándonos por medio del olfato


La mayoría de los mamíferos tienen un excelente sentido del olfato, tanto que lo utilizan para comunicar o percibir estados emocionales como el miedo, el enojo o la disponibilidad sexual.
Pero los primates se alejaron del resto de los mamíferos hace millones de años, relegando el olfato y dándole más importancia a la vista.
Al día de hoy, prácticamente todos los primates somos mayoritariamente visuales, pero según un nuevo estudio, no perdimos del todo la capacidad de percibir mediante el olfato ciertas emociones en otras personas… todo esto claro esta, sin darnos cuenta.



Científicos de los Países Bajos, más concretamente de la Universidad de Utrecht, realizaron una investigación en la cual aseguran que los humanos aún hoy nos comunicamos por medio del olfato, por más que sea de forma inconsciente.
Según los investigadores esto tira por tierra la creencia comúnmente aceptada de que nuestra comunicación corre exclusivamente por las vías oral, visual y de gestos.


¿Cómo percibimos el olor?

Antes que nada no esta demás explicar como el ser humano percibe los olores; en la parte superior de la cavidad nasal se encuentra el epitelio olfativo, un tejido formado por células nerviosas con pelitos microscópicos llamados cilios, recubiertos de receptores especiales sensibles a las moléculas del olor que viajan suspendidas en el aire. Hay al menos veinte tipos distintos de receptores, y cada uno tiene la capacidad de identificar olor.


El experimento

Según la teoría de estos científicos, el olor de la transpiración de los hombres mientras éstos sienten miedo o asco, es suficiente para desencadenar una emoción similar en las mujeres que lo huelen.
Los investigadores realizaron el siguiente estudio: recogieron el sudor de las axilas de un grupo de hombres mientras estos miraban escenas aterradoras de la película "El resplandor", o videos muy repulsivos del programa "Jackass".
A continuación, se expuso a un grupo de mujeres a las muestras de sudor recogidas, y tal como habían pronosticado los científicos, las mujeres expuestas al "sudor de miedo" adoptaron expresiones típicas de temor, abriendo los ojos y las fosas nasales y aumentando su percepción sensorial, mientras que aquellas que olían el “sudor de asco” mostraban en el rostro claros gestos de desagrado, bajando las cejas, frunciendo el ceño y arrugando la nariz.
Es importante destacar que ninguna de las mujeres participantes era consciente de esos efectos ni lo relacionaba con el olor percibido.

A partir de esto podemos decir que la comunicación mediante los olores corporales sigue existiendo entre nosotros, seguramente atenuada por la ropa que usamos hoy en día. Pero justamente una de las razones por las que mantuvimos el pelo en axilas y en la entrepierna es para que se mantenga más tiempo el sudor en esas zonas, y no se evapore tan rápido como en el resto del cuerpo.


Sacando conclusiones

Según los científicos responsables de este estudio, algunas emociones podrían ser contagiosas, y podrían detectarse mediante señales químicas. La hipótesis que manejan es que este sistema ha evolucionado como una forma inconsciente de comunicación, donde, por ejemplo el miedo podría propagarse entre las personas como advertencia de un peligro inminente.
Por tanto podríamos decir que el sentido del olfato es a menudo el primero en advertirnos acerca de un peligro que somos incapaces de ver.
Los estudios son importantes, concluyen los investigadores, porque contradicen la creencia de que la comunicación humana solo se produce por los medios oral, visual y gesticular. Es más, los resultados apuntan claramente a que existen señales químicas que hacen que las personas se sincronicen emocionalmente sin ser conscientes de esta situación.
Esto podría explicar, entre otras cosas, el contagio emocional que se ve en situaciones que implican grandes cantidades de personas como ser en multitudinarios conciertos musicales o partidos de fútbol.



Cuando nuestro cerebro nos trata de engañar


En ocasiones nuestro cerebro nos engaña con pensamientos que no son parte de la realidad, estos reciben el nombre de "pensamientos distorsionados", muchos de los cuales llegan a ser una verdadera carga para nuestras relaciones sociales y marcan algunas de nuestras fobias.
Veamos cuales son los pensamientos distorsionados más comunes para ser capaces de reconocerlos, de forma de no caer en la "trampa" que nos hace nuestro cerebro.
Seguro que si lees la lista te identificarás con alguno de ellos.


Pensamientos polarizados:

Con esta tipo de pensamientos uno hace elecciones dicotómicas, no hay términos medios.
Las cosas son sólo buenas o malas. Esto crea un mundo en blanco y negro y uno no puede ver los matices de gris.
Cuando este pensamiento se aplica sobre uno mismo entonces si el individuo no es perfecto, se siente un fracasado o un inútil.


Interpretación del pensamiento:

Son creencias o ideas que uno se hace de personas o situaciones. Esto se produce en la medida en que uno esta convencido que la gente siente y reacciona de la misma manera que uno mismo en igual situación.
Por lo tanto no puede distinguir que haya personas que pueden actuar o ser diferentes a lo que uno piensa.


Visión catastrófica:

Es la tendencia a ver en pequeños signos una probable catástrofe.
Por ejemplo: Un dolor de cabeza indica que tenemos un tumor cerebral o el pulso acelerado indica un inminente infarto cardíaco.


Personalización:

Esto conducta lleva por lo general al hábito de compararse con los demás.
Si resulta vencedor de la comparación, gozará de un alivio momentáneo y si resulta perdedor se sentirá humillado. El error básico de este tipo de pensamiento es que se interpreta cada mirada, cada gesto o conversación como una pista o un dato para analizarse y valorarse a sí mismo.
El individuo que piensa así cree que todo lo que hacen o dicen los otros, es de alguna forma una reacción hacia el.
Viven esclavos de compararse con los demás, intentando determinar quién esta mejor vestido, quien tiene mejor cuerpo, etc.


Filtraje:

Quien tiene esta distorsión sólo ve un elemento (negativo) de la situación con exclusión de todo lo demás. Del total de la situación, toma un simple detalle y todo el resto del evento queda teñido por este detalle.
Algunos son sensibles solo a las pérdidas y no valoran también los probables beneficios de las cosas.
Otros solo ven la mínima posibilidad de peligro en una situación y eso les impide disfrutar del conjunto, que puede ser agradable.
Hay quienes en las personas solo buscan evidencia de injusticias y no valoran el resto.
Esto no se da solo al considerar situaciones nuevas sino también al reexaminar los recuerdos.
Si uno procede así al revisar su pasado puede volver a experimentar selectivamente (filtrando el resto) solo las situaciones donde estuvo enojado o con angustia o depresión, saltándose los momentos donde estuvo bien.
Resumiendo: Esta clase de individuos toma todo lo malo de algo y lo magnifica, mientras que por otro lado se filtran las cosas buenas. Es como el que, ante una botella llena hasta la mitad, dice sistemáticamente: "Esa botella está medio vacía".


Falacia de control:

Son distorsiones del sentido del control o del poder sobre sí mismo.
Una persona puede verse a si mismo como impotente y externamente controlado, pasivo, que nada puede hacer o por el contrario como que todo lo puede, creerse responsable de todo y de tener que llevar al mundo en sus hombros.
Los dos modos básicos de ver el mundo desde este estado es o sentirse víctima del destino o por el contrario, creerse responsable del sufrimiento o de la felicidad de los que le rodean.


Razonamiento emocional:

Creencia de que si la persona siente determinadas cosas es porque son así en realidad.
Si uno se siente feo es porque uno es realmente feo. Si uno se siente culpable es porque tiene que haber hecho algo mal.
El problema de creerse uno que el pensamiento emocional es siempre válido, es como creerse que todo lo que dice la publicidad de la TV es todo cierto.


Falacia del cambio:

Es el convencimiento del individuo de que es más fácil cambiar a las otras personas para que se adapten a uno que modificarse uno para adaptarse al entorno.
Las estrategias para cambiar a los demás incluyen echarles la culpa, exigirles, ocultarles cosas y negociar. El resultado generalmente es que la otra persona se sienta atacada constantemente y no cambie en absoluto.
El supuesto fundamental de este tipo de pensamientos es que la felicidad de uno depende de los actos de los demás.


Etiquetas globales:

Etiquetar es ponerle un rótulo a las personas o a las situaciones a partir de algún hecho o circunstancia.
Si alguien no presta alguna cosa es etiquetada de egoísta. Si una persona se muestra poco bulliciosa en el grupo un par de veces ya queda etiquetado de aburrida.
Estas ideas pueden contener algo de verdad pero lo malo de las etiquetas es que ignoran toda evidencia contraria convirtiendo la visión de las cosas en algo muy rígido y rutinario.


Los debería:

Los individuos con esta distorsión tienen una "lista interior" de normas rígidas y estereotipadas sobre como "deberían" comportarse o actuar tanto él como los demás.
Si se transgreden esas normas internas se enoja mucho, o se siente muy culpable si es el mismo quien las viola. Como resultado de esto a menudo se termina adoptando la posición de estricto juez y encuentra permanentemente faltas en otros o en sí mismo.
Si los demás no actúan consecuentemente a sus criterios se irrita o se pone intolerante. Está convencido que todos "deberían" conocer las reglas y "deberían" seguirlas.


Tener razón:

La persona tiene que probar continuamente que su punto de vista es el correcto. Se pone siempre a la defensiva no interesando la opinión del otro sino defender su idea.
Es como que uno nunca se equivoca. Las personas con este tipo de opiniones raramente cambian porque no suelen escuchar nuevas informaciones, todo lo que no encaja en lo que ya creen lo ignoran y suelen considerar que tener razón es más importante que mantener unas buenas relaciones.


Culpabilidad:

Los individuos con esta distorsión experimentan alivio cuando encuentran quién es el culpable o responsable de alguna situación.
Pero esto, generalmente implica que es el otro el que se ve forzado a convertirse en responsable de elecciones y decisiones que, en definitiva, son también responsabilidad de uno.
Algunas personas, de manera preferencial, vuelcan la culpabilidad sobre ellas mismas. Así constantemente se preocupan por creerse incompetentes, estúpidas, insensibles o muy emotivas.


Falacia de la recompensa:

La persona con esta distorsión se comporta "correctamente" en espera de una recompensa.
Por lo general llega a agotarse física y mentalmente trabajando y pensando que su esfuerzo será reconocido y recompensado por quien uno estima (los hijos, el cónyuge, el jefe, Dios, etc.).


Sobregeneralización:

El individuo tiende a hacer una conclusión válida para todo a partir de un solo hecho, generalmente poco relevante, ignorando cuidadosamente todo lo que pueda contradecirlo.
Así si uno se marea realizando un viaje en avión nunca realizará otro. Esto conduce a una vida cada vez más limitada porque si ocurre algo malo una vez se esperará que ocurra eso una y otra vez.


… ¿y tú? ¿Te sientes identificado con alguno de los “pensamientos distorsionados”?



¿Pensar negativamente puede hacernos más felices?


Séneca, uno de los filósofos más reconocidos de la antigüedad, como también algunos psicólogos en la actualidad sugieren que los pensamientos negativos pueden hacernos más felices.
¿Por qué?
Vivimos en sociedades que privilegian el pensamiento positivo, hasta el punto de asociarle propiedades mágicas.
Podríamos analizar que nunca el ser humano tuvo a su disposición tantas comodidades como hoy en día, sin embargo nunca hubo en la historia de la humanidad tanta gente deprimida, tantos intentos de suicidio…
Viendo esto, ¿es el "pensamiento positivo" del que tanto hablan los psicólogos y el que está tan de moda últimamente, el verdadero camino a la felicidad?



Muchos expertos afirman que las variaciones de la psicología positiva de la actualidad están profundamente arraigadas en la cultura americana, los estudios sugieren que las "afirmaciones positivas" diseñadas para levantar el estado de ánimo del individuo a través de la repetición y visualizar el futuro éxito, a menudo consiguen lo contrario de su efecto deseado.

Vivimos en un mundo que sólo galardona el razonamiento positivo, pero para mucha gente este concepto sin tener una conciencia crítica de cómo es que funciona, es visto como un signo de pensamiento poco desarrollado y cuasi infantil.
Un ejemplo son las personas que hacen un esfuerzo por fingir estar alegres en fiestas o reuniones sociales, cuando en realidad no sienten esa felicidad.


El camino negativo de la felicidad

Esta corriente psicológica plantea que en vez de proyectar hacia el porvenir el deseo de que todo esté bien, pensar sobriamente sobre los peores escenarios posibles puede ayudar a despojar al futuro de su efecto de ansiedad.
Tanto la filosofía antigua como la psicología moderna contemplan métodos más intuitivos que podrían llamarse el "camino negativo a la felicidad".
Esto ayudaría a explicar porque ciudadanos de países con economías más pobres reportan muchas veces mayor índice de felicidad que individuos que viven en los países más ricos, sencillamente porque no tienen nada que perder, ya han conocido el peor de los escenarios posibles.

Durante una investigación que se hizo al respecto, se entrevistó a 45 empresarios exitosos. Casi ninguno había realizado planes integrales de negocios o llevó a cabo extensas investigaciones de mercado.
Algunos de ellos sí se imaginaban el peor escenario posible. En lugar de centrarse en la posibilidad de recompensas espectaculares para su empresa, calculaban cuál sería el coste económico de una mala decisión. Si la pérdida potencial era tolerable, tomaban la decisión.


Esta estrategia consta básicamente de tres pasos:

1. Identificar mentalmente el peor escenario posible.
2. Anticipar y analizar minuciosamente todas las razones que eventualmente podrían provocar este fatal escenario.
3. Construir un plan de acción para asegurarse que estos inconvenientes no sucedan, o en caso que sucedan, saber cómo enfrentarlos.


¿Esto es lo que temía?

El filósofo Séneca recomendaba a las personas que temían perder sus riquezas, vivir algunos días como si estuvieran contentos con la más mísera cantidad de dinero, ropa y alimentos, mientras se dicen a si mismos… "¿esta es la condición que temía?".
Los filósofos llamaban a su técnica "la premeditación de los males", según la psicología moderna, una de cada tres personas utiliza esta técnica en la actualidad sin saberlo, también conocida como "permisividad defensiva".
El pensamiento positivo, en contraste, puede provocar la idea de que si las cosas no suceden como un piensa o proyecta, entonces será terrible, creando un margen mayor de pérdida.

Una de los aspectos más interesantes de esta perspectiva es la importancia de saber batallar con situaciones de incertidumbre sin fantasear en que todo va salir bien con sólo pensar en ello.
Esto es ser capaz de contemplar e integrar lo negativo también.
Según la psicología moderna la virtud del "camino negativo" es que se acerca más al realismo: el futuro después de todo es incierto y los sucesos suelen ser distintos a lo que queríamos.
Esto nos ayuda a estar en un estado receptivo para las sorpresas que vienen y a adaptarnos a los cambios.
El poder del pensamiento negativo cobra especialmente importancia cuando hablamos de un hecho inevitable de la vida: la muerte.
Una de las frases más célebres de Steve Jobs tiene relación con este aspecto: "Recordar que vas a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder".



Como interviene la intuición en nuestra vida diaria


¿Cómo funciona el cerebro para tomar decisiones sin que nos demos cuenta?
Como participa la intuición para resolver nuestros problemas… la tendencia a realizar o evitar determinados actos.
Lo que el inconsciente hace por nosotros.



Aunque a nivel consciente ni nos enteramos, nuestro cerebro inconsciente es el que toma decisiones en base a la suma de nuestras experiencias anteriores y la capacidad que tengamos de comprender las cosas instantáneamente sin necesidad de razonar, es la vía rápida de nuestro cerebro para llegar a una conclusión, a este proceso le llamamos "intuición".
Esta capacidad depende de la confianza en nosotros mismos y la experiencia que tengamos.
Muchas veces no podemos entender este proceso porque la información que posee el inconsciente es inaccesible a la consciencia.


El proceso del inconsciente

¿Qué margen tiene entonces el libre albedrío, ahora que la ciencia sabe de la gran influencia que el inconsciente ejerce sobre nosotros?
Ya hay tecnología disponible para ver cómo funciona y decide el cerebro, y los resultados muestran que, antes de entrar en la conciencia, muchas decisiones ya están tomadas por el inconsciente.
Por eso a diferencia de lo que solemos creer, buscar muchos motivos para decidir correctamente no es lo más adecuado, tomamos mejores decisiones si tenemos en cuenta una sola buena razón, que si tenemos muchas… o sea, cuando tenemos una sola razón le hacemos las cosas más fácil al inconsciente, que en definitiva es el que va a decidir por nosotros.
Y si a eso le agregamos que la mayor parte de nuestros conflictos psíquicos tienen causas inconscientes, saquemos la cuenta.


Hacerle caso al corazón

El inconsciente es un gran aliado en nuestra vida diaria ya que toma decisiones de forma muchísimo más rápida que el consciente, capta miles de detalles en cualquier situación, omite cosas irrelevantes y de está forma nos ahorramos mucho tiempo y energía.
A lo largo del día también llevamos a cabo miles de conductas de forma totalmente automática en las que no interviene la consciencia con lo que ésta puede dedicarse a organizar y planificar otros procesos más complicados.
La intuición es fruto de procesos de la mente que están por fuera de nuestro nivel de razonamiento, es lo que conocemos como "hacerle caso al corazón".
Además, la intuición es clave para la creatividad.


¿Se puede educar la intuición?

Como dijimos, la intuición y la creatividad tienen mucho en común.
Eso que llamamos "corazonadas”... son impulsos inconscientes que llegan de manera no controlada al cerebro.
Ahora se estudia mucho cómo educar estos impulsos, y así favorecer los procesos creativos.
Pero las corazonadas no llegan por casualidad, el cerebro solo favorece a quien lo trabaja.
No es casual que cuando estudiamos o leemos mucho sobre algo y luego nos ponemos a hacer otra tarea, de repente surge un flash o idea que nos aclara algo que no habíamos entendido sobre lo que antes habíamos estudiado, ese es el inconsciente que ha hecho su trabajo sin que nosotros nos diéramos cuenta, no en vano muchas buenas ideas vienen de noche o cuando estamos a punto de dormirnos.

Pero una solución no surge si no se ha trabajado conscientemente antes... por tanto para que haya intuición, primero tuvo que haber habido un "problema" para que posteriormente el inconsciente, haya elaborado ese "pensamiento instintivo" que llamamos intuición.
Thomas Alba Edison, quien inventó la electricidad, decía que en el proceso creativo hay un 99% de de sudor y un 1% de inspiración.