Posteriormente a que hayamos sufrido algún tipo de rechazo, nuestro cerebro activa un sutil mecanismo que altera nuestra percepción en el sentido de si otras personas están haciendo contacto visual con nosotros, lo que nos lleva a creer que están buscando algún tipo de comunicación.
Dado que los encuentros amistosos generalmente comienzan con un contacto visual, los autores del estudio publicado en el "Journal of Experimental Psychology", creen que se produce un efecto de ensanchamiento del rango de la mirada que puede evitar el ostracismo del individuo al ampliar la manera de detectar oportunidades para forjar nuevas relaciones.
La investigación
Un grupo de investigadores de psicología cognitiva de la Universidad de Tampere (Finlandia) solicitaron a cuarenta estudiantes de ambos sexos, participar en red conjuntamente con otras personas en un videojuego llamado Cyberball, que consiste en pasar una pelota entre los distintos participantes. Lo que los estudiantes no sabían era que el juego estaba trucado.
Inmediatamente después, se les solicitó a todos los estudiantes buscar en una serie de caras de personas de ambos sexos en un ordenador y descifrar cuales de esos rostros les estaba mirando directamente a los ojos.
Algunas de las caras estaban mirando al participante, sin embargo, algunas miradas tenían la dirección ligeramente descentrada, dos, cuatro, seis, y ocho grados, tanto para la izquierda como para la derecha. Los estudiantes tenían que decir no sólo que caras les estaban mirando a ellos, sino que además se les solicitaba que dieran un puntaje a la intensidad de cada mirada, cuando consideraban que esta era directa.
En total, los estudiantes emitieron casi 150 juicios. Lo que hallaron los autores del estudio fue que las personas que habían sido aisladas en el juego Cyberball, eran mucho más proclives en señalar que las miradas estaban dirigidas a ellos, además, tendían a evaluar las miradas con una intensidad más fuerte.
Estos resultados parecen demostrar que los seres humanos tenemos una respuesta instintiva positiva posteriormente a ser rechazados. Otras investigaciones anteriores ya habían reportado que individuos excluidos de distintos ámbitos, inmediatamente después comenzaban a actuar de manera más sociable y a ver a las personas extrañas de forma más positiva.
Pero estas investigaciones contrastan con algunos resultados desalentadores con respecto a la soledad, donde se ha demostrado que los individuos solitarios tienden a cambiar de forma tal después de un rechazo, que sólo profundizan más su aislamiento, por ejemplo, a estar más atentos a las expresiones faciales negativas de los demás.
Es posible que, en algunas personas, la soledad sea consecuencia de un ostracismo crónico. O sea, que haya un cierto límite en el número de veces en que el individuo se ha sentido rechazado.
Referencia:
http://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/17470218.2016.1204327