Hace un tiempo, una amiga me preguntó: “¿Por qué estoy tan olvidadiza desde que quedé embarazada?”. No hay dudas que son muchos los cambios que se producen en el cuerpo de una mujer gestante ¿pero cuántas de estas transformaciones se originan en el cerebro? Hoy hablaremos de algunos cambios corporales (y sus consecuencias) debido a las modificaciones que se producen en el cerebro de una embarazada.
1.) Malestares mañaneros
Un altísimo porcentaje de mujeres embarazadas experimentan náuseas o vómitos, sobre todo por la mañana. Sin embargo, en la mayoría de los casos, las náuseas desaparecen después del cuarto mes de embarazo (18 semanas).
Las causas de estos malestares mañaneros no están del todo claras. La teoría más popular es que estas náuseas son una reacción del cuerpo al aumento de la hormona gonadotropina coriónica humana (hCG). Algunas investigaciones han demostrado una relación entre los picos de esta hormona y la frecuencia de los vómitos.
Sabemos que en el primer trimestre es cuando se forma el sistema nervioso central del feto, y este proceso es altamente susceptible a las toxinas que circulan en el torrente sanguíneo de la madre. Por tanto, se cree que estos vómitos tienen la función de librar el organismo materno de los alimentos que puedan provocar perturbaciones en esta etapa fundamental del desarrollo.
El vómito esta controlado por un área del cerebro llamada área postrema. Es importante destacar que esta área puede detectar toxinas en el torrente sanguíneo y líquido cefalorraquídeo. Asimismo, el área postrema tiene receptores para la hormona hCG, lo que puede explicar por qué es particularmente sensible durante el embarazo.
Esta "teoría de las toxinas" es apoyada por algunas evidencias, por ejemplo, el hecho de que las náuseas del embarazo son más comunes en las sociedades donde más se consumen 'alimentos de riesgo' (alimentos con más probabilidades de contener microorganismos, como carnes o verduras). También, que los vómitos se asocian con menores tasas de aborto involuntario. Algunos estudios han reportado que muchas mujeres, naturalmente, tienden a 'desactivar' el consumo de alimentos que le puedan suponer un riesgo al embarazo. En resumen, a pesar de lo horrible que pueda hacer sentir a la futura mamá, las náuseas y vómitos durante el embarazo probablemente sean una ventaja para el desarrollo del bebé.
2.) ¿Por qué el sentido del olfato se hace más fuerte?
En muchas mujeres, uno de los primeros signos de embarazo es un incremento en el sentido del olfato. Algunos estudios han indicado que, en comparación con mujeres no embarazadas, las gestantes son particularmente sensibles a determinados olores, como la cocción de alimentos, el humo del cigarrillo, perfumes, especias o alimentos en mal estado.
Un estudio reciente encontró que las mujeres embarazadas eran más propensas a calificar una variedad de olores como significativamente menos agradables que las mujeres no embarazadas.
Lo que ocurre aquí es que al comienzo del embarazo, y al igual que el cuerpo rechaza los alimentos potencialmente tóxicos para el feto, las mujeres tienen una mayor sensibilidad al asco, lo que les ayuda a evitar otros posibles contaminantes.
También, al igual que con los alimentos, existe una fuerte relación entre la hormona hCG y los cambios en la percepción de olores en mujeres embarazadas.
Un dato interesante es que estos cambios hormonales, en realidad, actúan directamente sobre procesos cognitivos ubicados en el cerebro y no sobre los canales olfativos.
3.) ¿Son más olvidadizas las embarazadas?
Mientras que algunas mujeres han reportado que durante el embarazo estuvieron más olvidadizas que lo habitual, otras manifiestan que no sufrieron cambios cognitivos en absoluto. Al igual que la mayoría de los cambios que ocurren en el embarazo, aquí también las hormonas juegan su papel.
Un análisis del año 2008 informó que las mujeres embarazadas (en comparación con mujeres no embarazadas) vieron deterioradas algunas, no todas, medidas de memoria. Sobre todo las relacionadas con la alta demanda cognitiva, como la memoria a corto plazo y los recuerdos.
Un estudio realizado por la Universidad de York (Reino Unido) proporcionó una tarea de memoria espacial a mujeres embarazadas y no embarazadas. Las mujeres que estaban en el primer trimestre del embarazo tuvieron un rendimiento 12% menor que las no embarazadas. Además, con cada trimestre subsiguiente, el rendimiento empeoraba, en promedio, un 10%. La misma investigación informó de una disminución en la neurogénesis (nacimiento de nuevas neuronas) en el hipocampo de la mujer durante el embarazo. El hipocampo está implicado en la consolidación de la memoria a corto plazo, así como la memoria espacial (por ejemplo, recordar dónde estacionó su coche).
4.) Tropezando con todo
Muchas mujeres informan que durante la gestación se sienten como más torpes, cayéndoseles cosas de las manos, derramando la leche en la cocina, llevándose cosas por delante. De hecho, un estudio reportó que el 27% de las mujeres se cayeron al menos una vez durante el embarazo, una cifra similar al nivel de caídas en las personas mayores de 65 años.
Ya que la panza crece rápidamente durante los meses finales del embarazo, el centro de gravedad de una mujer se desplaza gradualmente hacia arriba. Es decir, la información sensorial como la vista, equilibrio, orientación o somatosensorial (táctil) sufren variaciones. En consecuencia, la región del cerebro que integra esta información, el lóbulo parietal, debe ajustarse e interpretar los nuevos datos correctamente antes de enviar señales para mantener el equilibrio, coordinación, etc.
Pero ¿Qué explica esta condición durante el embarazo temprano? Ocurre que, en las primeras semanas, los niveles de una hormona llamada relaxina, aumenta rápidamente. Como lo dice su nombre, la relaxina relaja las articulaciones, ligamentos y músculos del cuerpo, lo cual es especialmente útil en la ayuda para estirar la región pélvica durante el parto. Se cree que esta hormona puede contribuir a la relajación de los músculos de manos y dedos, lo que genera a un control más débil. Además, en algunas mujeres, el aumento de la retención de líquidos provoca el síndrome del túnel carpiano en la muñeca, lo que empeora estos síntomas.
Asimismo, elevados niveles de relaxina también explican por qué muchas mujeres embarazadas experimentan acidez estomacal, ya que el efecto de esta hormona en los músculos del esófago podría permitir el reflujo gástrico.
5.) Cambios en el estado de ánimo
Está claro que el embarazo es uno de los momentos más turbulentos y dinámicos en la vida emocional de una mujer. Y muchos de estos cambios se deben a fluctuaciones hormonales.
Durante las primeras semanas de embarazo, los niveles de estrógeno y progesterona aumentan rápidamente. Aunque normalmente son secretadas por los ovarios, estas dos hormonas también se producen en la placenta. En la sexta semana de embarazo los niveles de estrógeno son, aproximadamente, el triple que en el pico máximo de un ciclo menstrual normal. En este sentido, tanto el estrógeno como la progesterona ejercen efectos poderosos sobre el funcionamiento del cerebro, e incluso pueden explicar las diferencias entre sexos en algunos trastornos psiquiátricos, como la depresión y la esquizofrenia. Por ejemplo, el estrógeno está relacionado con mayores receptores de dopamina y serotonina en regiones del cerebro claves para la regulación emocional y el comportamiento.
Por lo general, muchas mujeres dicen sentirse menos irritables hacia el segundo trimestre del embarazo, una vez que los mecanismos de autorregulación del cerebro pueden adaptarse mejor a estas fluctuaciones hormonales. Además, también influyen otros factores: estrés físico, ansiedad, dolor, fatiga y cambios en el metabolismo, que actúan como potenciadores de dichas variaciones.
Las investigaciones han demostrado que un fuerte sistema de apoyo (pareja, amigos y familiares) no sólo mejora la salud física y mental de la mujer embarazada, sino que también está asociado a un menor número de complicaciones en el parto y menos depresión posparto.
6.) Antojos y alimentos
Lo cierto es que los 'antojos' durante el embarazo ocurren en el 60% de las mujeres. Por ejemplo, las ganas de comer alimentos ricos en sal puede ser un signo de desequilibrio electrolítico (instabilidad en los químicos de la sangre que regulan algunas funciones del cuerpo) o también puede estar indicando la necesidad de más sodio para compensar el mayor volumen de sangre circulante. En cambio, la avidez por consumir algo dulce puede estar indicando una bajada de azúcar en sangre.
Por otro lado, es probable sentir repulsión por ciertos alimentos. Algunas mujeres pierden naturalmente las ganas de comer ciertas verduras, pescado y carne durante las primeras etapas del embarazo, ya que estos alimentos son más propensos a tener mayor cantidad de microorganismos.
Algunas mujeres no pueden consumir alimentos con sabor amargo, según se cree, esto puede ser producto de nuestro "cerebro ancestral" ya que en la antigüedad la gente asociaba lo amargo con el veneno y la toxicidad.
Hace un tiempo, un estudio de la Universidad de Connecticut informó sobre las preferencias alimentarias durante el embarazo. Mientras que los alimentos de sabor especialmente potentes pueden crear aversión durante el primer trimestre, las preferencias por alimentos salados y ácidos aumentaron en el segundo y tercer trimestre.
Referencias:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2274963/
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15201206/
http://www.nature.com/mp/journal/v13/n5/full/4002126a.html
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