Cuando reconocemos los comportamientos complejos de los niños, como reacciones naturales a condiciones del entorno, a fases del desarrollo o a nuestras propias acciones, nos permitirá responder de manera proactiva y con más compasión.
Muchos de los llamados comportamientos "traviesos" son, en realidad, parte del normal desarrollo de la infancia. Aquí vemos diez posibles escenarios en los que podemos asumir que los niños están actuando en forma indisciplinada, pero que puede no ser así.
1.) Los niños no controlan bien sus los impulsos
Seguramente, alguna vez le dijo a su hijo: "¡No tires eso!" Y simplemente lo ha tirado. La investigación sugiere que las regiones cerebrales involucradas en el autocontrol no maduran completamente hasta el final de la adolescencia, lo que explica por qué el autocontrol no está desarrollado a esa edad. Una reciente encuesta reveló que muchos padres creen que los niños pueden hacer cosas en edades muy tempranas. Por ejemplo, el 56% de los padres considera que los niños menores de 3 años deben resistir el deseo de hacer algo que les está prohibido. Pero la realidad marca que la mayoría de los niños no dominan esta habilidad hasta los 3 años y medio. Recordar que los niños no siempre pueden manejar los impulsos porque sus cerebros no están completamente desarrollados.
2.) Falta de tiempo y sobreestimulación
El cumplimiento de horarios, la sobreestimulación y el agotamiento son características de la vida familiar moderna. En muchos casos, el estar "siempre apurado" o "no tener tiempo" es una particularidad de los padres actuales. Kim John Payne, experto en relaciones humanas, argumenta que los niños experimentan una "reacción de estrés acumulado" al estilo de vida agitado de los padres. Afirma que los niños necesitan toneladas de "tiempo de inactividad" para equilibrar el "su tiempo". Cuando los padres dejan de correr y generan un montón de tiempo "tranquilo" (situaciones de juego y descanso) el comportamiento de los niños tiende a mejorar notablemente.
3.) Condiciones básicas
¿Alguna vez has estado enfadado porque tienes hambre o molesto debido a la privación de sueño? Los niños pequeños también se ven afectados por las "condiciones básicas" de estar cansados, hambrientos, sedientos o enfermos. La capacidad de los niños para manejar las emociones disminuye considerablemente cuando están cansados. Muchos padres también notan un cambio brusco en el comportamiento de los niños aproximadamente una hora antes de las comidas, también cuando se despiertan por la noche, o si están sufriendo una enfermedad. Los niños no siempre pueden comunicarse o "ayudarse a sí mismos" como comer algo, beber agua, calmar un dolor o tomar una siesta como hacen los adultos.
4.) Expresión de sentimientos
Como adultos, nos han enseñado a domar y ocultar nuestras emociones fuertes, a menudo desplazándolas o tratar de distraernos de ellas. Los niños no pueden hacer eso todavía. Janet Lansbury, educadora de primera infancia, tiene una frase para cuando los niños muestran emociones en forma enérgica como gritar o llorar. Ella sugiere que los padres "dejen que los sentimientos se manifiesten" y no reaccionar o castigar a los niños cuando expresan sus emociones de esa manera.
5.) Necesidad de desarrollo de movimiento
"Siéntate", "deja de perseguir a tu hermano alrededor de la mesa", "deja de saltar en el sofá". Los niños tienen una gran necesidad de desarrollar mucho movimiento. Tienen una tremenda necesidad de pasar tiempo fuera, en los parques, montar triciclos, jugar, saltar y de hacer carreras alrededor de los muebles de la casa. En lugar de llamar a un niño "desobediente" cuando está actuando con mucha energía, puede ser mejor organizar una salida al patio o un paseo por el parque.
6.) Afán de independencia
Una discusión común entre padres e hijos es sobre la vestimenta, por ejemplo, que el niño quiere usar pantalones cortos cuando la madre le dice que la temperatura requiere usar pantalones largos. Los adultos deben saber que los niños (ya en edad preescolar) toman iniciativas y llevan a cabo sus propios planes. A pesar de que esto pueda resultar molesto, están haciendo exactamente lo que se supone que deben comenzar a hacer a esa edad: llevar a cabo sus propias ideas, tomar sus propias decisiones y comenzar a actuar como personas independientes.
7.) La otra cara de las fortalezas
Todos tenemos nuestros puntos fuertes, pero a veces, estas mismas fortalezas nos hacen tropezar. Por ejemplo, podemos ser muy intuitivos y sensibles pero esto puede hacer que absorbamos los estados de ánimo negativos de otras personas. Los niños son similares, ellos pueden ser cautelosos y seguros pero resistirse a nuevas actividades (negarse a ir a algún lugar), pueden ser obedientes pero pueden negarse a comer determinada comida. Los niños viven el momento, no son tan organizados (por ejemplo, cuando el piso de su dormitorio se cubre de juguetes a pesar del rezongo de los padres). Reconocer cuándo los comportamientos difíciles son la otra cara de sus fortalezas puede ayudarnos a reaccionar con más comprensión.
8.) Necesidad de juego
El niño quiere pintarle la cara con un bolígrafo, quiere que le persiga o coloca los zapatos de papá en lugar de los de la madre. Algunos de estos comportamientos son, en realidad, "ofrecimientos" para que usted juegue con ellos. Ellos se deleitan con la conexión que proviene de la risa compartida o de la novedad y la sorpresa. Jugar a menudo toma tiempo extra, y por lo tanto, a veces se interpone en los calendarios de los progenitores. Cuando los padres construyen un montón de tiempo de juego en el día, los niños no necesitan "mendigar" que sean atendidos y tienden a hacer menos "acciones" de este estilo.
9.) Reacción al estado de ánimo de los padres
Múltiples estudios de investigación sobre el contagio emocional han encontrado que sólo se necesitan segundos para que las emociones como el entusiasmo y la alegría, así como la tristeza, el miedo y la ira, pasen de persona a persona, y esto ocurre a menudo sin que nadie se dé cuenta. Los niños especialmente recogen el estado de ánimo de sus padres. Si los padres están estresados, angustiados o siempre al borde de la frustración, los niños absorben estos estados de ánimo, incluso a menudo los emulan.
10.) Respuesta a límites inconsistentes
En un paseo usted compra a su hijo alguna golosina. Al día siguiente su hijo le pide lo mismo y usted le responde, "No, que te va a quitar el hambre para la cena", y el niño grita y se queja. Una noche lees a tu hijo cinco cuentos, pero al siguiente insistes que sólo tienes tiempo para leer uno, y el niño pide por más. Cuando los padres son inconsistentes con los límites, esto naturalmente provoca la frustración del niño e invita a quejarse, llorar o gritar. Al igual que los adultos, los niños quieren (y necesitan) saber qué esperar. Cualquier esfuerzo para ser consistente con límites y rutinas mejorará apreciablemente el comportamiento de los niños.
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