Los seres humanos tenemos una clara tendencia a etiquetar a las personas por determinadas características que puedan mostrar. Pensamos en un individuo en particular como un nerd, un músico, un atleta, etc. Si bien estas etiquetas pueden ser un reflejo razonable de quiénes son ahora, también llevan una creencia errónea que dicho comportamiento refleja la esencia de la persona.
Recuerdo haber visto una viñeta en un periódico en la que había dos presos sentados en una celda y uno le decía al otro "no eres un asesino, eres una persona que asesinó a otra persona". Más allá del toque de humor negro, dicha caricatura tenía algo de razón, porque al ser llamado asesino, se percibe como que es algo esencial al individuo.
Cuando alguien te trata mal, lo tomas como evidencia de que es una mala persona, y no como algo del momento o que ese comportamiento podría ser circunstancial. Sin embargo, la realidad marca que la personalidad y los rasgos de conducta de la gente son menos fijos de lo que pensamos y que estos cambian con el tiempo.
Cambios e investigación
El tema del que estamos hablando fue abordado a través de una investigación realizada por el profesor de psicología cognitiva de la Universidad de Texas, David Yeager conjuntamente con un grupo de colegas. El estudio examinó las correlaciones entre la creencia de si determinados rasgos de un individuo son fijos o variables y el estrés en estudiantes de secundaria (14 – 15 años) durante el transcurso de un año escolar.
Al comienzo del año, los estudiantes recibieron un breve cuestionario que evidenciaba la creencia de cada uno en el sentido de si la personalidad de las personas era inalterable o podía cambiar.
También se les realizó una prueba de su reacción ante una exclusión social. Esta prueba se realizó mediante un juego en red llamado "Cyberball", que consiste básicamente en pasarse una pelota entre individuos que están jugando desde distintos ordenadores. El juego estaba programado para que el estudiante que era parte de la investigación fuera excluido por los demás a los pocos minutos de comenzado, es decir, no le pasaban la pelota. Posteriormente a esto, los jóvenes debían calificar lo entretenido que había sido el juego, obviamente aquí los autores lo que estaban midiendo era el nivel de estrés de los estudiantes.
Finalmente, al terminar el año escolar, los participantes realizaron distintos cuestionarios que les informaban a los investigadores los niveles de estrés de la persona. También se les hicieron pruebas de salud física y además se analizaron las calificaciones estudiantiles de fin de curso.
Estos estudios plantean la posibilidad de que si los niños fueran entrenados para pensar que las características de la personalidad pueden variar a lo largo del tiempo, entonces podrían tener mejores calificaciones en la escuela.
¿Por qué esta idea podría funcionar? Los análisis estadísticos sugieren que creer que la personalidad puede variar conduce a una menor reacción a la exclusión social. El hecho de reaccionar con menos intensidad a la exclusión tiene efectos positivos en cascada a lo largo del tiempo, principalmente reduce los niveles de estrés y también tiene un impacto positivo en el rendimiento escolar.
En líneas generales, aquellos estudiantes que creen que el desempeño y comportamiento pueden cambiar, superan de mejor manera las dificultades académicas. Asimismo, los individuos con esta misma característica son más propensos a trabajar en recuperar la confianza después de haber tenido una mala experiencia con otra persona.
En última instancia, es importante darse cuenta que no se debe definir completamente a la gente durante toda su vida por su comportamiento pasado o actual.
Referencia:
http://psycnet.apa.org/journals/psp/106/6/867/
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