¿Puede la exposición a otras culturas inducir a una mayor flexibilidad con el cumplimiento de las reglas, incluso con la moralidad? Según una reciente investigación, esto es probable.
Es sabido que viajar o vivir en el extranjero se ha asociado con un menor juicio hacia otros grupos (raciales, religiosos, etc.) y también a una mayor flexibilidad cognitiva, lo que puede llevar a una mayor creatividad.
Pero los autores de un reciente estudio desarrollado en la Universidad de Columbia teorizararon acerca de que esta misma flexibilidad podría extenderse a otros terrenos, como la moralidad. La hipótesis era que experimentar muchos códigos morales distintos puede llevarnos a cuestionar los nuestros.
El estudio
En la investigación, los autores realizaron un cuestionario a más de 600 personas sobre sus hábitos de viajes antes de proporcionarles una tarea en un ordenador que consistía en una serie de preguntas de cultura general. En dicho cuestionario se les dijo a los participantes que debido a "un fallo del sistema informático" se debía presionar la barra espaciadora del teclado después de ver cada pregunta, para evitar que la respuesta también se viera en la pantalla. Los autores del estudio grabaron las veces y el momento en que cada persona presionaba la barra espaciadora.
Los resultados marcaron que aquellas personas que viajaban frecuentemente eran, en promedio, las que más tendían a hacer trampa. Este efecto permaneció incambiable entre diferentes variables como el sexo, nivel de educación, edad o estatus socioeconómico. En el caso específico de la edad, los autores reportaron que el efecto es particularmente robusto en estudiantes de secundaria, estudiantes universitarios y adultos de mediana edad.
Incluso se encontró una fuerte correlación entre la cantidad de países visitados y hacer trampa: las personas que más códigos morales diferentes habían experimentado fueron los que más observaron las respuestas en el ordenador. La cantidad de tiempo pasado en el extranjero no parecía ser relevante.
Los investigadores también tomaron en cuenta los niveles de corrupción en cada uno de los países que los participantes habían visitado (según lo determinado por el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia International), esto determinó que era una exposición a una mayor cantidad de diferentes culturas, y no a la exposición a culturas particularmente corruptas, lo que se relacionó con un mayor nivel de trampas en el cuestionario.
Todo esto sugiere que los participantes que más viajaron habían recogido un rastro de relativismo moral de sus viajes, quizás a través de la exposición a una amplia variedad de marcos morales. Los viajes a otras culturas parecen permitir a la gente romper ciertas reglas mentales, pero también algunas éticas. Cabe aclarar que las dimensiones del efecto fueron bastante pequeñas dentro del total del estudio, lo que significa que las consecuencias en la vida real son poco probables que sean drásticas. Pero a medida que los viajes internacionales se vuelven cada vez más comunes, incluso para jóvenes que recién están formando sus puntos de vista éticos, sería interesante tener estas consideraciones en cuenta.
Referencia:
http://psycnet.apa.org/journals/psp/112/1/1/
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