Algunas personas en estado vegetativo pueden seguir comunicándose, veamos los nuevos conceptos en neurociencias al respecto.
Producto de un accidente automovilístico, Juan Fernández sufrió un trauma severo de cráneo, su vida corría grave peligro. Por suerte, los médicos lograron salvarle la vida, sin embargo, cuando Juan salió del coma no mostró reacciones a estímulos, no podía responder preguntas ni seguir órdenes, tampoco respondía a estímulos dolorosos en la piel ni podía fijar la mirada en objetos. Por estas razones, su diagnóstico fue 'estado vegetativo'.
Hasta no hace mucho, la opinión generalizada acerca de estos pacientes era que la luz de la conciencia se había apagado, que lo que queda es un cuerpo vacío sin mente ni conciencia. Este punto de vista nos induce a gastar menos recursos en ellos. Pero como veremos, esta idea no es correcta.
Nuestra conceptualización actual acerca de los trastornos de conciencia se basa, en gran medida, en pruebas de comportamiento. Aparte del coma, un estado de inconsciencia que casi nunca es una condición crónica, los dos principales trastornos de conciencia son el estado vegetativo y el estado de conciencia mínima.
Un paciente en estado vegetativo respira por su cuenta, abre los ojos y tiene ciclos regulares de sueño y vigilia. En cambio, un paciente en estado de conciencia mínima tiene un nivel fluctuante de conciencia, puede agarrar objetos y producir gestos o vocalizaciones inteligibles, pero sólo ocasionalmente y de manera inconsistente. La comunicación significativa con el paciente no es posible.
Si consideramos solamente las pruebas de comportamiento, la idea de "apagón de la conciencia" podría ser correcta. Pero aquí es donde entra a tallar la neuroimagen.
Imagínese que, varios meses después del accidente, la familia de Juan da su consentimiento para que sea sometido a una serie de pruebas de escáner de imagen de resonancia magnética (MRI). Mientras Juan estaba en el escáner se le dijo, a través de auriculares, que se imaginara jugando al tenis, deporte que practicaba, y después de un minuto se le pidió que dejara de pensar en el tenis. Pasados unos segundos se le pidió que se imagine caminando por su casa, y de nuevo, después de un corto tiempo se le pide que pare.
Los investigadores descubren que el cerebro de Juan se comporta exactamente igual que los cerebros de personas sanas. El patrón de activación hemodinámico (el flujo de sangre en el cerebro) que el escáner visualizó en el cerebro de Juan es prácticamente igual al de cualquier individuo. Este resultado se reprodujo una y otra vez.
Esto significa que Juan posee un cierto nivel de conciencia y capacidades cognitivas relativamente bien conservadas, ya que puede seguir órdenes verbales e imaginar actividades bastante complejas, a pesar de no haber una conducta manifiesta que se pueda observar.
Incluso un número limitado de pacientes eran capaces de utilizar la prueba de imágenes mentales para comunicarse con los investigadores con respuestas mediante activación hemodinámica. Las preguntas hechas por los investigadores (por ejemplo ¿es Manuel el nombre de tu padre?) fueron contestadas correctamente por los pacientes en la mayoría de estos casos.
Dichos resultados indican que una minoría significativa de pacientes en estado vegetativo, en realidad, conservan algunas capacidades cognitivas: pueden escuchar nuestras voces y entender lo que les queremos decir, incluso contestar preguntas. Esta imagen contrasta con la visión de que estas personas están desprovistas de una vida mental.
La nueva perspectiva nos obliga a profundizar en la investigación neurocientífica con el fin de utilizar modelos viables y estándares de neuroimagen en la práctica clínica, y para proporcionar rehabilitación cuando el pronóstico sea prometedor. A veces, las lucen interiores están en pie y es ineludible ayudar a estos pacientes atrapados en sus propios cuerpos.
Referencia:
http://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMoa0905370#t=article
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