Cuando se trata de citas románticas está claro que debemos confiar en nuestros instintos. Si la persona nos cae bien, quizás la veamos como una potencial pareja, en cambio, si nos causa una mala impresión, pasar de ella.
Estos instintos sin dudas pueden ser muy útiles, pero también son objeto de una serie de sesgos que nos pueden llevar a confiar en la persona equivocada o pasar por alto a la correcta. Estas son tres maneras por las cuales ciertas intuiciones nos pueden llevar por mal camino:
1.) ¿Por qué adjudicamos atributos (que no poseen) a algunas personas?
¿Le ha pasado alguna vez que sintió un afecto inmediato hacia otra persona para después darse cuenta de que él o ella le recuerda a otra persona? O también lo contrario, que una persona le caiga mal casi sin conocerla y después darse cuenta que comparte ciertos gestos o rasgos con alguna persona que no nos gusta.
Esto nos pasa, pero muchas veces no somos conscientes de esta propensión, igualmente, es parte de nuestros comportamientos y percepciones. Este sesgo se llama transferencia, y no se limita a un contexto, es decir, es una experiencia común en la vida cotidiana y puede ocurrir en una variedad de relaciones.
En una serie de experimentos de pareja se manipuló este sesgo sutilmente en diferentes encuentros entre personas de ambos sexos. Lo que los investigadores encontraron fue que muchos de los participantes tendían a percibir a otras personas, desconocidas para ellos hasta ese momento, a través del lente de una persona conocida (generalmente parejas o ex parejas), todo ello sin conocimiento consciente de esta conexión. Además, los sentimientos y comportamientos de los participantes en relación con el nuevo individuo, a menudo reflejaba lo que habían experimentado con la persona conocida.
En otras palabras, nuestros instintos sobre nuevas personas, a menudo son influenciados por su parecido circunstancial a otras personas que ya tuvimos o tenemos algún tipo de relación.
Nuestro deseo de llenar espacios en blanco y hacer nuestro mundo social más predecible, a veces también puede ocasionar que sea más difícil percibir gente nueva como lo que realmente son. Como resultado, podemos sentirnos atraídos/as por personas por razones equivocadas, específicamente, debido a que les atribuimos cualidades positivas que en realidad no poseen. De la misma manera, podemos sentir rechazo por personas que, en realidad, no poseen los atributos negativos con los que las asociamos.
2.) Instintos atrapados en el pasado evolutivo
Los sentimientos no sólo están influenciados por relaciones pasadas, también lo están por nuestro pasado evolutivo. La ciencia ha hallado innumerables pruebas que sugieren que la atracción de los humanos modernos se ve determinada por factores que pueden haber ayudado a nuestros antepasados lejanos, pero que tienen poco que ver con lo que hace una relación satisfactoria en la vida actual.
Por ejemplo, las investigaciones muestran que las mujeres tienden a encontrar más atractivos a hombres socialmente dominantes y masculinos durante la ovulación, y a hombres menos dominantes y menos masculinos durante el período menos fértil de su ciclo. Algunos científicos especulan que este patrón de atracción evolucionó como una doble estrategia de apareamiento, en el que las mujeres se reproducían con hombres altamente dominantes (para asegurar buenos genes), pero que formaban parejas con hombres menos dominantes, lo que les aseguraba más compromiso en la tarea de criar a sus hijos.
En apoyo a dicha hipótesis, los investigadores sugieren que las mujeres son más propensas a fantasear y participar en relaciones extramaritales con hombres dominantes durante la ovulación. No hace falta decir que, en la actualidad, este tipo de criterios no son lo más aconsejable.
Los hombres, en cambio, han evolucionado en una preferencia instintiva hacia mujeres más jóvenes, porque esta alianza puede aumentar sus probabilidades de trasmitir sus genes. Sin embargo, en la medida que estos instintos siguen la búsqueda ciega de mujeres más jóvenes, pueden nublar la consideración de factores que pueden resultar más relevantes y satisfactorios en una relación de pareja.
Es importante tener en cuenta que cuando las personas, tanto hombres como mujeres, experimentan este tipo de instintos románticos, no suelen ser conscientes de esto. Es decir, las mujeres no están pensando "estoy ovulando, así que probablemente me conecte con un tipo de aspecto más masculino y engañe a mi marido". Asimismo, los hombres tampoco piensan "esa mujer se ve muy fértil". Estas preferencias, más bien, son instintivas y tienden a ser experimentadas como sentimientos generales de atracción.
3.) Prejuicio automático
Diversas investigaciones han mostrado que las reacciones sobre personas de diferentes grupos étnicos o raciales son impulsadas, en gran medida, por procesos automáticos que tienen lugar fuera de la conciencia. Por ejemplo, un estudio realizado en Bélgica encontró que personas de raza blanca, ante una conducta ambigua de un individuo desconocido, eran más propensas a catalogarla como “comportamiento hostil” si dicha persona era de raza negra o árabe. Incluso este sesgo es visible a nivel neurológico, ya que algunas personas al ver caras de otra raza muestran una mayor activación de la amígdala, una región del cerebro que procesa las amenazas.
Sin embargo, en muchos casos, este sesgo no está impulsado por intenciones maliciosas, sino más bien, por percepciones profundamente arraigadas. Un individuo que ha sido expuesto a estereotipos negativos sobre diferentes grupos, razas, etc. es muy probable que la desconfianza pueda interferir con el desarrollo de amistades y relaciones de pareja con integrantes de dichos grupos.
Al igual que otros sesgos, los prejuicios automáticos no son conscientes, sino que pueden experimentarse como una vaga sensación o evaluación negativa hacia alguien.
La lección es que no siempre podemos confiar en nuestros instintos acerca de los demás, sobre todo cuando estamos evaluando a miembros de otros grupos, ya que es posible que el prejuicio automático pueda estar jugando un papel en la formación de nuestras apreciaciones.
En definitiva, los instintos evolucionaron para protegernos del peligro percibido y aumentar nuestras probabilidades de propagar nuestros genes. Pero el contexto en el que han evolucionado es muy diferente al mundo de hoy, donde las cosas que queremos para nuestras vidas tienden a extenderse mucho más allá de lo deseable y posible para nuestros antepasados. Los instintos fueron y son muy útiles, pero en muchos casos, son menos significativos de lo que sentimos que son.
No hay comentarios:
Publicar un comentario