¿Por qué cuando nos enfrentamos a un cambio estresante algunas personas logran adaptarse mejor que otras? A mediados de la década del 70, un psicólogo llamado Salvatore Maddi se hizo esta pregunta y el resultado fue uno de los experimentos más fascinantes sobre adaptabilidad humana.
En 1974, Maddi hizo un descubrimiento que le llamó la atención, y no fue por uno de sus estudios, sino algo que leyó en una revista de investigación científica. En dicha publicación, un artículo explicaba la importancia de evitar situaciones estresantes, ya que el estrés es una causa importante de muerte. Y una de las soluciones que proponía el autor del artículo para escapar del estrés era evitando los cambios.
En ese mismo momento, Maddi se encontraba realizando un estudio sobre personas creativas y uno de los resultados revelaba que los destellos de originalidad y perspicacia eran más probables que provengan de personas que disfrutan de experiencias estimulantes y ambientes fluctuantes. Maddi pensó que si relacionaba su estudio con el de la revista, el resultado sería que las personas creativas están tratando de suicidarse, y eso no tenía sentido.
Unos años antes, Maddi se había hecho amigo de Carl Horn un gerente general de la empresa Bell de telecomunicaciones (hoy AT&T). Es a través de Horn que Maddi se entera que la sucursal de Bell de Chicago sufriría, en poco tiempo, una fuerte reestructura, en la cual muchas personas serían despedidas. Es allí cuando Maddi le solicita a Horn hacer una investigación de largo plazo sobre las consecuencias en las personas de tal alteración en sus vidas.
Durante los siguientes 12 años, Maddi y su equipo de la Universidad de Chicago utilizaron a la sucursal de Bell como un laboratorio. Se hizo un seguimiento a cientos de personas, desde notas, preguntas, mediciones de presión arterial, etc.
1 de cada 3 personas se adaptan a los cambios con éxito
La mayoría de las personas, ya sea aquellas que mantuvieron sus puestos de trabajo o las que lo perdieron, sufrieron los efectos de la reestructura de la empresa. Hubo divorcios, accidentes cerebrovasculares, suicidios, cáncer, fallas renales, ataques al corazón, alcoholismo, adicción a las drogas y al juego compulsivo. Las oficinas de Bell se habían convertido en una zona de desastre.
Sin embargo, un tercio de las personas de ambos grupos, no sólo no tuvieron altos índices de enfermedades o adicciones, sino que prosperaron. Los que permanecieron en la empresa se convirtieron en líderes de alto rango de la organización y los que fueron despedidos lograron triunfar en otras empresas.
Lo más sorprendente fue que, en los papeles, estas personas se veían como todo el mundo. Es decir, no se adaptaron mejor al cambio porque tenían vidas más felices en sus casas, ni porque experimentaron un menor número de experiencias estresantes, ni eran más inteligentes, ni poseían mejores títulos universitarios. Lo que separaba a esta gente del resto era sorprendentemente simple: mientras todos los demás trataban de recuperarse, ellos dieron un paso hacia adelante. Lo que Maddi llamó "valor existencial".
Roxane Cohen, investigadora de la Universidad de California, descubrió que dos de cada tres viudas en duelo, padres en duelo, víctimas de abuso infantil o de desastres naturales, instintivamente van a buscar el significado en el pasado, tratando de encontrar una explicación para su sufrimiento. Durante décadas, los psicólogos asumieron que se trataba de una reacción universal en el proceso de un cambio traumático, y que, por tanto, el camino hacia la recuperación requiere de la búsqueda de una explicación.
Pero estaban equivocados
Los nuevos estudios han encontrado que una de cada tres víctimas no busca una razón que explique por qué ha experimentado una desgracia. Y es, justamente, esta tercera parte quienes semanas, meses o años después se han adaptado mejor.
Cuando los empleados o desempleados de Bell miraron a su alrededor y vieron un espeso manto de dudas en todas direcciones, hicieron lo que la mayoría de nosotros haría instintivamente si nos perdemos: volver sobre nuestros pasos y buscar obsesivamente una razón por la cual nos ha ocurrido esto. Cuando los investigadores preguntaban a las personas acerca de sus planes de futuro, respondían con gestos ansiosos y miradas furtivas. Cuando finalmente mascullaban una respuesta, su imagen de futuro parecía extrañamente similar al pasado. Es decir, querían rebotar hacia un lugar que ya no existía.
En cambio, aquellas personas que lograron adaptarse tuvieron una reacción diferente, en lugar de tratar de dar sentido a lo que habían hecho para merecer tal experiencia, trataron de darle sentido a lo que podían hacer ahora que había ocurrido. Esta podría ser la mejor lección, y quizás la única, sobre la adaptación. En lugar de preguntarnos por qué nos suceden cosas malas, preguntarnos que cosas positivas podemos hacer a partir de un hecho negativo.
Referencia:
http://jhp.sagepub.com/content/44/3/279.abstract
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