Cuando las personas vemos a un perro adiestrado cumplir con éxito una determinada tarea, lo percibimos como más inteligente que los perros que no han recibido ningún entrenamiento. ¿Son realmente estos perros más inteligentes?
Está claro que cuando se entrena a un perro lo que se está haciendo es enseñarle una habilidad específica. También sabemos que dicha formación puede cambiar el cerebro del animal sutilmente y alterar sus procesos instintivos.
Desde luego, los métodos de entrenamiento pueden afectar algo más que el aprendizaje de determinadas habilidades. Si el entrenador utiliza positivamente el proceso de formación, también puede afectar la personalidad del perro, así como sus comportamientos emocionales. Asimismo, los métodos de entrenamiento pueden alterar la cantidad de estrés, como la agresividad que el perro es propenso a mostrar. Sin embargo, la cuestión de si el entrenamiento en realidad afecta la inteligencia de los perros es otra cuestión, y que por suerte, tenemos algunos estudios recientes sobre este tema.
La investigación
Un equipo de investigadores de la Universidad de Milán (Itala) realizó un estudio con dos grupos de perros. El primer grupo, integrado por 54 perros, no habían recibido ningún entrenamiento de obediencia formal previo. El otro grupo consistía en 56 perros con entrenamiento de alto nivel, esto incluye entrenamiento de agilidad, búsqueda, rescate, rastreo o protección. Incluso algunos de los animales estaban entrenados en más de una actividad.
Una de las precauciones que tuvieron los autores del estudio fue hacer un tipo de trabajo que fuera desconocido para todos los perros, sobre todo para los entrenados.
La prueba consistió en colocar alimento para perros dentro de una caja, esta se podía abrir presionando una palanca al costado de la misma.
Se razonó que, dado que esta tarea era nueva para todos, independientemente de su formación previa en otras actividades, los perros debían mostrar un cierto grado de inteligencia o al menos de resolución de problemas al presionar la palanca con una pata u hocico.
El procedimiento de ensayo fue sencillo, una persona colocaba un poco de alimento dentro de la caja y la cerraba. A continuación, el individuo presionaba la palanca para abrirla, asegurándose de que el perro estuviese mirando.
En la prueba se les permitía a los perros moverse libremente alrededor de la zona de prueba e interactuar con el aparato a su antojo por un máximo de dos minutos. Durante ese lapso de tiempo eran ignorados por su dueño.
Los resultados marcaron que en el caso de los perros no entrenados el 30% resolvió el problema y consiguió el alimento. En cambio, en el grupo de perros adiestrados el 61% tuvo éxito.
Por otra parte, se constató muy claramente que los perros entrenados estaban más centrados en el problema en cuestión, éstos se pasaron más tiempo con la caja y menos tiempo mirando a su dueño o al resto de las personas.
Una posibilidad de estos resultados se deba a que los perros entrenados adquieren la habilidad de aprender a aprender, algo que puede estar ausente en los perros no entrenados. Por lo tanto, los primeros tienen la percepción de que mediante una serie de comportamientos podrán obtener una recompensa.
En otras palabras, tal vez los perros entrenados no son más inteligentes debido a su formación previa, sino que han aprendido que, ante una variedad de diferentes problemas que se le presentan, existe una solución, y que si la encuentran, recibirán una recompensa.
De esta forma, los perros entrenados aprenden a concentrarse en el problema mismo e intentar solucionarlo, más de una vez si es necesario, porque han asimilado que ese es el comportamiento que tiene más probabilidades de tener éxito.
Referencia:
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0376635708000995
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