La última vez que vi una pelea fue en un bar, que al estar casi lleno, todos estábamos un poco apretados. En un determinado momento una persona empujó a otra, derramándole la bebida del vaso que el individuo tenía en la mano. Seguramente no hubo la más mínima intención, pero la reacción de este último fue increparlo duramente y lanzarle un puñetazo. El epílogo de este hecho fue que a los de seguridad les tomó algunos minutos separar a estas dos personas.
En una situación normal, el individuo que recibió el empujón podría haber deducido que fue un hecho casual, no deliberado, producto de lo lleno que estaba el bar. Pero después de unos tragos, este poder de razonamiento parece evaporarse.
Casualmente, esta cuestión es analizada en una investigación publicada hace un tiempo en la revista "Personality and Social Psychology Bulletin".
Los autores del estudio escogieron a un grupo de voluntarios, todos adultos jóvenes de ambos sexos. A todos ellos se les dijo que se les daría una bebida alcohólica para posteriormente realizarles una serie de preguntas en forma escrita. Lo que en realidad ocurrió fue que, a la mitad de estos voluntarios se les dio para beber una bebida con alcohol, pero a la otra mitad se les dio una bebida que era sin alcohol. Este diseño permitió a los investigadores separar, por un lado los efectos de la creencia de que se bebió alcohol, y por otro lado los efectos de haber bebido alcohol realmente.
A los individuos que bebieron alcohol, se les proporcionó lo suficiente como para tener un nivel de alcohol en sangre de 0,10 que es la cota que se utiliza en muchos estados de Estados Unidos como límite para considerar si alguien está conduciendo borracho o no.
Después de las bebidas, se les entregó una hoja con 50 frases en las cuales se describían acciones como, por ejemplo, "un compañero de trabajo borró información importante del disco duro de un ordenador de la empresa". Las personas debían evaluar cada frase como "intencional" o "accidental".
Los resultados
Los resultados marcaron que el beber alcohol afecta considerablemente los juicios sobre la culpabilidad de las demás personas. Los individuos que pensaban que habían bebido alcohol, pero que en realidad no lo habían hecho, juzgaron en proporciones similares la intencionalidad o accidentalidad de las situaciones relatadas en el texto.
Sin embargo, quienes realmente habían bebido alcohol, fueron mucho más propensos a juzgar las acciones como intencionales.
¿Por qué pueden ser importantes estos resultados? Uno de los efectos del alcohol es que puede reducir la capacidad de controlar nuestras acciones. Si esto se combina con un aumento en la tendencia de pretender culpar a alguien por una determinada acción, hecho que bien podría haber sido casual. Entonces podemos observar por qué en los entornos donde está presente el alcohol las cosas pueden salirse fácilmente de control.
Esta tendencia también es posible de advertir en las peleas de parejas que han estado bebiendo, ya que ambos pueden ser más proclives a evaluar las medidas adoptadas por la otra parte como intencionales o premeditadas.
Referencia: http://psp.sagepub.com/content/36/10/1301
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