A menudo, en mi práctica de terapia, los pacientes me preguntan cuál es el componente clave de la felicidad. La respuesta no es tan difícil y voy a tratar de explicarla en este artículo.
En primer lugar, vamos a explorar que es lo que nos causa el sufrimiento.
Hace un tiempo, atendí a una mujer que tenía problemas con su peso. Ella se sentía gorda y poco atractiva, esto la hacía ser muy autocrítica con su cuerpo. Durante una de nuestras sesiones María (así se llamaba) me contó que una vez, hace 5 años, su marido le hizo un comentario desagradable sobre su peso. Ella me contó cuanto le dolieron esas palabras, y la forma en que ese comentario se añadió a una larga lista de pensamientos autocríticos, que con frecuencia ocupaban su mente. Aunque la transgresión de su marido se llevó a cabo sólo una vez, cinco años después, esas palabras aún le seguían consumiendo sus pensamientos.
Este comentario me ayudó a descubrir que su sufrimiento procedía de sus propios razonamientos. Cuando María se centraba en conceptos negativos, ella sufría.
Por tanto, trabajamos de manera de conseguir que dejara de pensar en cosas negativas y que disfrutara más de la vida. Como resultado de esto, su sufrimiento disminuyó drásticamente.
Desde hace varios años, una de las técnicas que empleo con algunos pacientes, es pedirles que vayan a dar un paseo de media hora por un bonito parque cercano a mi consultorio y que vuelvan. Es notable como un paseo de 30 minutos en la naturaleza cambia el estado de las personas. ¿Por qué una simple caminata por un parque provoca un cambio tan drástico? Esto ocurre porque todo nuestro sufrimiento proviene de nuestra mente, de nuestros pensamientos pasados, y la naturaleza tiene la facultad de conectarnos con el tiempo presente.
El tiempo presente
El sufrimiento es, principalmente, un proceso interno, lo que significa que su solución debe venir también desde nuestro interior. Cuando la mente está enfocada en el presente, generalmente está mejor. Una vez que deja de invocar historias, el sufrimiento se detiene. En otras palabras, el desconsuelo reside en nuestra cabeza, por lo que al relajarla, el sufrimiento cesa.
Cuando usted vive en "lo que es", siempre hay algo hermoso para ver. Recuerdo que hace varios años atendía a personas que estaban en prisión, incluidos algunos en régimen de aislamiento. Una vez, uno de los detenidos me expresó lo hermosa que se veía una franja de sol que entraba todas las mañanas a su celda y lo feliz que se sentía en ese momento. Es decir, cuando se vive en el presente, aún en circunstancias difíciles, la felicidad como estado natural es posible de alcanzar.
Saber mantener la mente en el presente y que no nos azoten pensamientos antiguos, es una habilidad. En realidad es algo que todos teníamos cuando éramos niños. De hecho, los niños pequeños son capaces de mantenerse en ese estado durante todo el día. Pero a medida que crecemos, vamos olvidando como lograr esto. Pero si conseguimos reaprender esta habilidad, volveríamos a lo que yo llamo “nuestro estado natural”, y viviríamos más felices. La buena noticia es que la posibilidad está en nuestro interior y es accesible a cada uno de nosotros.
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