Los expertos en comportamiento humano saben desde hace mucho tiempo, que la forma en que las personas percibimos el mundo está fuertemente influenciada por nuestra capacidad física para interactuar en él.
Por ejemplo, una colina nos parecerá más pronunciada si llevamos una pesada mochila a nuestras espaldas. Las cosas parecen más cercanas cuando nos valemos de un medio que nos permita llegar más lejos.
Tal es la investigación publicada en la revista 'Psychonomic Bulletin' que ha estudiado la forma en que un coche afecta la percepción de las distancias de quienes lo conducen. Sus consecuencias tienen importantes implicaciones en la vida real, por ejemplo, esto podría explicar por qué los conductores, a veces, cometen errores de cálculo.
La investigación
45 personas de ambos sexos de entre 19 y 54 años, participaron en el experimento.
Dichos individuos fueron asignados para calcular distancias en diferentes condiciones. La prueba principal consistió en sentar a un grupo de participantes en una silla, a otro grupo dentro de un vehículo, y a otro grupo sentados en una silla pero detrás de una pantalla de plástico que obstruye la visión de la misma manera que un parabrisas.
Un cono de tráfico se colocó a cinco distancias diferentes: 4 metros, 8 metros, 12 metros, 16 metros y 20 metros, además, un investigador estaba junto al cono para colocar dos conos más.
La tarea de cada participante era dirigir verbalmente al investigador para ubicar, de forma equidistante, sus dos conos a cada lado del cono principal, y la distancia entre estos dos conos debía ser igual a al distancia entre el participante y el cono central. Es decir, que entre el participante y los conos se pueda dibujar una T (ver la imagen).
Los resultados indicaron que para quienes estaban dentro del vehículo, las distancias fueron muy inferiores de lo que debían ser. La subvaloración en el cálculo de los individuos dentro del coche rondó, en promedio, el 40% entre todas distancias que se estaban evaluando, mientras que el rango de error de los otros participantes estuvo en el 22%. En ambos casos, la subestimación fue mayor para las distancias más grandes.
Otro detalle importante fue que, en una segunda parte del estudio, las personas que realizaron la prueba dentro del vehículo, repitieron el procedimiento después de haber estado conduciendo el coche por unos minutos. El resultado indicó que los errores de cálculo fueron aún peores. En cambio, las personas que hicieron la prueba en la silla, los resultados no se vieron afectados después de caminar unos minutos.
¿Por qué ocurre esto?
Los investigadores creen que podría haber dos razones complementarias por la cual el hecho de conducir un vehículo afecte nuestra percepción de las distancias.
La primera es que cuando estamos en un coche, nuestro potencial para actuar con el mundo mejora, lo que influye en el sistema perceptivo y nos hace creer que las cosas están más cerca.
La segunda es que el coche se integra en nuestro "esquema corporal" (el sentido de que nuestro cuerpo se extiende en el espacio). En este caso, al igual que las herramientas de mano, nuestro sistema perceptivo pasa a juzgar las distancias a partir de la parte delantera del coche, y no a partir de nuestro cuerpo.
Estas derivaciones tienen implicaciones obvias para la seguridad de las personas. Si bien esta predisposición a subestimar las distancias podría ser beneficiosa en algunas circunstancias, por ejemplo, frenar antes en determinadas ocasiones, en otros contextos podría ser más peligroso.
Un claro ejemplo de esto es cuando se juzga la relación tiempo – distancia para pasar cuando la luz de un semáforo cambia a amarilla. Además, el hecho de que diferentes personas (peatones, ciclistas, conductores) tengan diferentes percepciones de las mismas distancias físicas, podría ayudar a explicar como se producen algunos accidentes.
Referencia:
http://link.springer.com/article/10.3758%2Fs13423-015-0954-9
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