El hombro: nuestra arma más efectiva


El hombro, una parte relativamente poco apreciada de la anatomía, ha sido uno de las más grandes armas en la evolución del ser humano, ya que permitió a nuestros antepasados utilizarlo con éxito para matar presas, arrojando lanzas o piedras.
Un grupo de científicos, tras un estudio ha afirmado que, difícilmente la especie humana hubiese evolucionado tal como la conocemos hoy, si no hubiese tenido esta arma que le proporcionó la naturaleza.
Veamos una reseña de la investigación.



Los científicos indicaron que el hombro es una parte clave del mecanismo de lanzamiento que se desarrolló hace unos 2 millones de años, permitiendo a nuestros antepasados utilizarlo como disparador de objetos, para matar a sus presas.

Investigadores de la Universidad George Washington (USA) utilizaron una cámara 3D de alta definición para registrar a jugadores de béisbol, haciendo lanzamientos.
Las imágenes mostraron al detalle, como actúa el hombro almacenando energía para el lanzamiento, liberándola posteriormente.


Cuando el ser humano arroja un objeto, primero rota el brazo hacia atrás, en ese momento se estiran tendones y ligamentos, lo que hace que se acumule en el hombro, una cantidad importante de energía elástica.
Cuando se libera esta energía, se acelera el brazo hacia delante, generando el movimiento más rápido que produce el cuerpo humano, haciendo las veces de una cinta flexible.

Un poco de historia

Las principales características en los hombros y los brazos, aparecieron por primera vez en el 'Homo Erectus', el precursor del 'Homo Sapiens', hace casi dos millones de años.
Se cree que los humanos y los chimpancés, evolutivamente tomaron caminos diferentes hace unos seis millones de años.
El chimpancé, nuestro primo evolutivo, tiene una capacidad de lanzar un objeto similar a la de un niño humano de 3 años, en cambio tiene una resistencia atlética muy superior a la nuestra.


Según los investigadores, la evolución del hombro es una pieza fundamental en el rompecabezas para explicar cómo el Homo Erectus sobrevivió en un entorno hostil donde le faltaba velocidad, fuerza y no poseía armas naturales como garras o colmillos.
A pesar de sus desventajas físicas, nuestros antepasados comían carne hace al menos 2,6 millones de años, y probablemente cazaban presas grandes hace 1,9 millones de años, si la evidencia fósil es correcta.

El cerebro, mojón clave de la evolución

Lanzar una piedra o un palo puntiagudo, era más eficaz y seguro para matar a una presa, que tratar de capturarla luchando. Además, de esa forma, no se gastaban calorías ni proteínas combatiendo, precisamente las mismas que eran utilizadas por nuestros cerebros hambrientos de energía.

"Comer carne rica en calorías y grasa, permitió a nuestros antepasados poseer cerebros más desarrollados y cuerpos más resistentes, esto les posibilitó expandirse a nuevas regiones del mundo, lo cual ayudó a forjar lo que somos hoy", señalan los investigadores.


Para terminar…

No somos la especie más fuerte, ni la más rápida, ni la más grande, no tenemos garras, ni una gran boca con afilados colmillos, sin embargo nuestros antepasados lograron sobrevivir en un contexto tremendamente adverso. Esto se lo debemos en gran medida, a la capacidad que tenemos de acumular energía en nuestros hombros y liberarla rápidamente.
Sin dudas, el arma natural más efectiva que tuvimos los seres humanos en nuestra evolución y que nos permitió, con defectos y virtudes, llegar a ser lo que en la actualidad somos.