Tener paciencia es disponer de la pericia para realizar labores o trabajos minuciosos o complicados; también supone poseer la habilidad para sobrellevar algo sin alterarse súbitamente.
Cuando poseemos ese don o habilidad de esperar inteligentemente el momento oportuno cuando un anhelo es muy pretendido.
¿Cómo se llega a ese estado?
Cuenta la leyenda que un viejo y un joven se dirigieron al bosque a cortar leña.
El joven trabajó sin descanso, en cambio el viejo cortaba leña por un período de tiempo y paraba unos minutos.
Al finalizar la tarea el viejo había juntado más leños que el joven.
El joven desconcertado ante tal situación le preguntó al viejo:
_¿Cómo es posible que hayas cortado mas leña que yo, si paraste a descansar varias veces?
A lo que el viejo le contestó:
_No paraba a descansar, paraba para afilar el hacha.
La paciencia es una virtud
Varias de las más preciadas virtudes que poseemos las personas: la voluntad, la generosidad, la tolerancia, la esperanza o el equilibrio están relacionadas con la paciencia.
Para poseerla, es necesario empezar a ejercitarla y trabajarla, puesto que en los tiempos que corren nuestro modelo de vida cotidiana se encamina a potenciar la inmediatez, el "Ahora mismo", "Lo quiero ya", sin valorar el tiempo y el esfuerzo que se necesiten para obtenerlo.
La paciencia es disponer de la lentitud justa y adecuada para superar lo que se hace con normalidad y transformarlo en sobresaliente. La paz para poder soportar momentos difíciles y salir ilesos, eso también indica paciencia, al igual que cuando se ejerce el autocontrol sobre uno mismo.
Prácticamente todos los días nos enfrentamos a situaciones que ponen a prueba nuestra paciencia y nuestro poder de autocontrolarnos.
Practicar esto nos ayuda a ejercitar la reflexión y evitar tomar decisiones irreversibles o erróneas, cuando en momentos puntuales estamos preocupados y nos movemos con vehemencia y sin detenimiento.
Un viejo proverbio dice que una persona paciente es un malabarista de sentimientos.
El equilibrio de nuestro carácter
Un componente esencial de la paciencia es el equilibrio, ya que modera nuestra personalidad ayudándonos a tolerar contratiempos con mayor entereza y a soportar un momento de tristeza siendo más realistas, puesto que la serenidad neutraliza la ansiedad y genera en nosotros la firmeza adecuada para hacerle frente a circunstancias o momentos de de profundo dolor o gran desesperación.
Paciencia es saber esperar el momento y entender que las circunstancias no dependen solamente de nosotros, entender que es necesario darles tiempo y que ocurrirán cuando llegue el momento, es un ejercicio que indica una aptitud de individuos maduros.
La paciencia es ante todo EXPERIENCIA, ya que ésta desarrolla aptitudes para identificar los problemas y solucionarlos de forma armónica, con una justa y correcta interpretación, con la flexibilidad suficiente como para no producir daños a terceras personas, y con la certeza de que la paciencia es una meta posible de alcanzar si la trabajamos.
Tómese su tiempo para reflexionar ante la idea de cómo resultarían algunas situaciones cotidianas: los problemas personales, los problemas laborales, las enfermedades propias o de seres queridos, las discusiones, en caso de afrontarlas con paciencia.