El debate de si determinados rasgos como la inteligencia y la personalidad son innatos o aprendidos lo podemos ver desde la época de los antiguos filósofos griegos.
Por ejemplo, Platón creía que el conocimiento ya estaba dentro del cuerpo y que sólo se tenía que mirar en nuestro interior para encontrarlo. Aristóteles, en cambio, pensaba que nacemos como hojas en blanco y la experiencia va haciendo su trabajo.
Con el desarrollo del campo de la genética hubo un renovado interés en la naturaleza humana. Por ejemplo, el lingüista Noam Chomsky fue capaz de demostrar que la teoría de Aristóteles no podía funcionar para el lenguaje. Es decir, no aprendemos a hablar de la nada, sino que utilizamos un sistema innato.
Chomsky propuso que ya estamos equipados con ciertos conocimientos para la lengua, lo que llamó 'gramática universal'. Y que sólo hacía falta la exposición a cualquier idioma para desarrollarla.
Por ejemplo, se denomina al gen FOXP2 "el gen del lenguaje", en base a investigaciones de una familia numerosa con trastornos en el habla.
De acuerdo con esta teoría, una mutación del gen FOXP2, hace unos 50 mil años, transformó a los cerebros humanos en los motores del procesamiento de la sintaxis, después de lo cual y pasadas algunas generaciones, el lenguaje surgió.
De esta forma, se empieza a reconocer que hay otros mecanismos suficientemente poderosos que vinculan a los genes con determinados rasgos del ser humano.
Las tres leyes del comportamiento genético
En la actualidad existe abundante evidencia de estudios genéticos entre hermanos, gemelos, hijos adoptados y otras relaciones familiares, que nos permiten afirmar la existencia de tres leyes de conducta genética:
1.) Todos los rasgos de comportamiento humano se ven afectados por la variación genética. Los niños se parecen a sus padres en la inteligencia, personalidad, susceptibilidad a distintos trastornos psicológicos, y así sucesivamente.
2.) El ambiente del hogar no tiene tanto efecto como los genes. Esto quiere decir que, por ejemplo, niños adoptados se parecen más a sus padres biológicos que a los adoptivos en algunas pautas psicológicas.
3.) Una cantidad considerable de variaciones en patrones de comportamientos no se pueden explicar ya sea, sólo por genes o sólo por el entorno. En estos casos, seguramente existan complejas interacciones entre los genes y el medio ambiente.
En una reciente edición de la revista 'Psychological Science' un equipo de investigadores propuso una "cuarta ley de comportamiento genético":
4.) Cualquier rasgo de comportamiento se asocia con muchos genes diferentes, es decir, no hay un gen que haga todo el trabajo, sino más bien, muchos genes hacen pequeños aportes.
Estas cuatro leyes nos vienen a decir que la diversidad de comportamientos y procesos mentales (personalidad, inteligencia, lenguaje, por nombrar algunos) ha sido construida gradualmente a medida que el genoma humano se fue ajustando, durante muchas generaciones.
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