Una de las primeras cosas que aprende un ser humano es a amar, inicialmente a nuestros padres y después a otras personas. El amor romántico es un proceso psíquico y fisiológico entre dos seres, que se produce en el cerebro de cada uno. Hombres y mujeres experimentan la presencia del otro, su calor, su tacto y esto provoca el aumento de la oxitocina en el cerebro. En algunas personas, esta transformación genera una adicción tal, cómo si de una droga se tratara.
El cerebro de las personas abandona la infancia con un borrador de lo que vivió como hijo, con la relación amorosa de sus padres como espejo, como forma de observar y experimentar el amor.
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Si los padres se mostraron evasivos e indiferentes entre ellos, el niño se formará en los primeros años de adultez, esperando inconscientemente lo mismo que sus progenitores en la edad adulta, pero esto no es así en todos los casos. Ocurre también que puede haber variaciones en esta conducta y, llegado el momento, la persona actúe como "llenando los espacios en blanco" y su comportamiento amoroso y afectivo sea muy distinto.
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Un estudio de la Universidad de Delaware (USA) determinó que un gran porcentaje de "adictos" al amor provienen de hogares disfuncionales, o sea de hogares conflictivos.
Como se transforma el amor en una "adicción"
Puede ocurrir que en los casos anteriormente mencionados, de padres desapegados y conflictivos, si las primeras parejas se comportan igual que sus padres o sea, hacen sentir a la persona rechazada o infravalorada, puede ocurrir que estos sentimientos queden implícitamente instalados en la persona y, es probable, que se sienta fuertemente atraída por individuos que le traten de forma similar (este comportamiento es válido tanto para hombres o mujeres).
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En algunos casos esa “fuerte atracción” puede deberse a una manera disfuncional de compensar parte de las perdidas que experimentó a manos de sus progenitores durante la infancia, es una forma de triunfar sobre el dolor del pasado.
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Cuando una persona se relaciona con una pareja de estas características, este tipo de vínculo con una dinámica adictiva puede afianzarse, pero además, suele durar un tiempo sorprendentemente largo.
Cuando estas relaciones terminan
Así como un niño pequeño llora desconsoladamente cuando un progenitor sale de la habitación, esa misma reacción puede tener lugar cuando este tipo de relaciones se acaba, incluso si la unión en si, no funciona.
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Cuando viene el final del vínculo, en algunas personas deja un dolor excesivo, a menudo se manifiesta incluso en el plano físico.
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Parte de este dolor se debe a la pérdida de químicos gratificantes en el cerebro, que hacen sentir a la persona ese "amor enfermizo".
Como superar esta situación
Las relaciones adultas se ven poderosamente influidas por las experiencias tempranas de apego con nuestros progenitores, esas experiencias de la infancia pueden ser concluyentes a la hora de la elección de un determinado tipo de pareja en la adultez.
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Pregúntese si en sus relaciones adultas, está jugando el mismo papel que desempeñó cuando era niño o niña.
¿He adoptado el papel de uno de mis padres o, incluso, el mismo papel que en una relación anterior?
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A medida que uno es más consciente de su historia de amor, y como se fueron cumpliendo o no sus necesidades, iremos desarrollando una mayor capacidad de ver a los demás como realmente son.
Aprenda a tomarse el tiempo para conocer a las personas que le tratan bien y le hacen sentir felicidad. Rodéate de personas que son amables contigo.
Reflexión final
En muchos casos las experiencias negativas de la niñez, son muy potentes e influyen en nuestras vidas de manera tal, que a veces no nos damos cuenta lo fuertes que se hacen en nuestra mente, y que solo se pueden superar con esfuerzo y conocimiento del problema.