Que la especie humana está evolucionando, de eso no hay duda. Pero los factores que están influenciando dicha evolución, en la actualidad, pueden no ser los mismos que a lo largo de la historia.
Un punto importante es no confundir evolución con selección natural, no son la misma cosa. La evolución es el gradual cambio genético de una especie a través del tiempo debido a la desigual reproducción entre sus miembros. En cambio, la selección natural es un fenómeno que recompensa ciertos rasgos ventajosos y castiga a otros por medio de la supervivencia. La selección natural es un componente de la evolución, pero no el único.
Muchos otros factores pueden llevar a un cambio genético de una especie que no tiene nada que ver con el éxito reproductivo. Incluso estos cambios, a veces, ocurren por casualidad. Por ejemplo, si un gran incendio forestal mata a casi la totalidad de una cierta especie de mono, los pocos monos sobrevivientes se convertirán en los únicos contribuyentes a la futura reserva genética de la especie. En este caso, dicha especie será menos diversa de lo que era antes.
Los efectos de los acontecimientos al azar en la evolución se conocen como deriva genética. Existen muchas maneras en que los eventos aleatorios alteran el futuro evolutivo de una especie, y cuanto más pequeño es el tamaño de una población, estos pocos individuos no representarán la complejidad de la antigua reserva genética.
La hipótesis de que ya no evolucionamos
Algunas teorías afirman que los humanos ya no están evolucionando debido a que la selección natural ha sido prácticamente anulada. Quienes defienden este argumento aducen que, debido a los avances de la ciencia, casi todo el mundo puede vivir y tener hijos, independientemente de la genética.
Al menos en los países con cierto desarrollo, ya no vivimos de guerra en guerra por recursos preciosos, casi nadie muere de hambre, la ciencia le está ganando la batalla a muchas enfermedades y ya no somos cazados por depredadores. En resumen, hoy en día, casi todo el mundo que nace va a vivir hasta la edad reproductiva.
En la antigüedad, en cambio, la capacidad de reproducirse dependía de la salud, la velocidad, la belleza física, la fuerza, la inteligencia, la estabilidad emocional, la popularidad y las cualidades de liderazgo. Una gran cantidad de rasgos físicos, mentales y emocionales eran factores decisivos para determinar si un individuo podría sobrevivir, hacerse de una pareja y tener hijos.
Nada de eso parece importar ahora, para decirlo crudamente, las personas lentas, inestables, tontas y sedentarias se reproducen igual o más que los sanos, fuertes, inteligentes y atractivos. En la especie humana la "aptitud", una medida clave de la selección natural, ya no es válida.
Es por estas razones que algunos han llegado a la conclusión de que los humanos ya no estamos evolucionando.
Pero sí, seguimos evolucionando
Mientras que el razonamiento anterior puede tener sentido para mucha gente, no está nada claro que esos factores estén alterando realmente el éxito reproductivo. Incluso aunque esa teoría sea exacta, una especie puede seguir evolucionando, porque como se dijo anteriormente, la selección natural no es el único factor en la evolución.
En primer lugar, las tasas de natalidad han bajado en los países desarrollados. Si no fuera por la inmigración, la población de varios países europeos se estaría reduciendo dramáticamente. En Japón el número de habitantes también se está reduciendo. Esto significa que la contribución genética a la especie de esas poblaciones será cada vez más pequeña. Esto es un cambio y un cambio significa evolución.
En segundo lugar, ya sean países desarrollados o subdesarrollados, algunas personas se reproducen más que otras y esto no es al azar. Los estatus socioeconómicos más altos tienden a crear familias más pequeñas, son los niveles socioeconómicos más bajos los que tienden a dejar más descendencia. Esto es otro cambio, lo cual también significa evolución.
Pero además de razones económicas, otros elementos afectan las tasas de reproducción: factores religiosos, nivel de educación, origen étnico, incluso las creencias políticas también inciden.
Esto significa que, en América del Norte y Europa Occidental, las personas de origen latino y africano tienden a tener, en promedio, más hijos que los caucásicos. Pero incluso esta tendencia no es uniforme y hay fuertes diferencias regionales. En Asia también existen amplias diferencias, las familias numerosas son completamente desconocidas en China, Japón y la mayor parte del sudeste de Asia, mientras que países como Pakistán, Irán y Afganistán tienen altísimas tasas de natalidad.
Es cierto que factores como la supervivencia no sean actualmente fenómenos importantes, al menos no en gran parte del mundo, pero sin duda la reproducción diferencial sí lo es. No importa que las diferencias se deban a opciones reproductivas conscientes, sigue siendo un éxito reproductivo desigual.
¿De qué manera estamos evolucionando? Esta pregunta es más difícil de responder, de todos modos, seguimos en un continuo cambio y de eso se trata la evolución.
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