Seguramente, más allá de si nos gusta o no el fútbol, todos hemos visto la definición mediante una tanda de penaltis de algún torneo importante, sobre todo ese penalti decisivo, en el cual si el jugador falla el tiro se termina todo, en ese preciso momento en el cual muchos pensamos "...ahora mismo no me gustaría estar en los zapatos de este individuo".
Es sorprendente ver la fortaleza emocional de algunos deportistas, como responden a la altura de las circunstancias en los grandes momentos.
Pero... ¿Por qué algunos deportistas soportan tan bien ese momento de máxima presión y otros, no tanto? La respuesta es porque cuando las personas están en una condición de activación fisiológica, son más propensas a mostrar su respuesta dominante ante una situación dada. Esto explica porqué algunos son menos propensos a fallar en esos momentos, en cambio en otros, las probabilidades de fracasar sean mayores.
Ansiedad y rendimiento
Por supuesto que las consecuencias que genera la ansiedad en el rendimiento no sólo se aplica a los deportes, sino que, obviamente, lo vemos en cualquier otro tipo de actividad, esto nos hace recordar a un particular fenómeno psicológico: la amenaza del estereotipo.
La amenaza del estereotipo se refiere a la ansiedad y excitación que sienten algunas personas en una determinada circunstancia ante la posibilidad de que su desempeño confirme un estereotipo negativo, esto hace que su rendimiento disminuya.
Por ejemplo, distintos estudios han demostrado que este fenómeno reduce el rendimiento de los afroamericanos en las pruebas SAT (prueba de ingreso a las universidades en Estados Unidos) debido al estereotipo de que son menos inteligentes que otros grupos raciales. También se asegura que este fenómeno es el culpable de que muchas mujeres tengan un peor rendimiento en matemáticas, ya que el estereotipo indica que las matemáticas "son un territorio de hombres".
Pero ¿Cómo se puede demostrar que la ansiedad y la excitación es el mecanismo que explica la amenaza del estereotipo? Por ejemplo, la psicóloga y profesora de la Universidad de Kansas Laurie O'Brien utilizó el factor de la "respuesta dominante", ella razonó que si la ansiedad ayuda a explicar el bajo rendimiento en situaciones de amenaza del estereotipo, estas mismas reglas que rigen este efecto podrían invertirse. Por lo tanto, se debería demostrar que si la respuesta dominante en una situación dada es en realidad una en la que las personas son realmente buenas, en este caso la amenaza del estereotipo debería mejorar el rendimiento.
La investigación
La teoría sugería que la ansiedad y la excitación deben disminuir el rendimiento en tareas difíciles y aumentarlo en tareas fáciles. Por tanto se planteó la hipótesis de que un examen de matemáticas podría causar amenaza del estereotipo en mujeres, pero no en hombres. En el experimento, cada participante tuvo dos pruebas: un examen de matemáticas difícil y un segundo examen de matemáticas fácil.
El resultado marcó que las mujeres obtuvieron mejores resultados en las pruebas de matemática fácil y peores resultados en la prueba de matemática difícil cuando realizaron el examen junto a personas del sexo masculino, que cuando solo había personas del sexo femenino.
Para terminar
Si bien es verdad que la ansiedad y excitación fisiológica resultante de este fenómeno puede socavar el rendimiento, también estas investigaciones nos recuerdan una cosa: que algo que tenemos bajo control es la consecuencia de una respuesta dada.
Es decir, aumentar la probabilidad de que el resultado correcto sea la respuesta dominante, está basado fundamentalmente en una condición y esa condición es la práctica; o sea, así como ni Michael Jordan nació sabiendo jugar al basket, ni Roger Federer sabiendo jugar al tenis, tampoco hemos nacido sabiendo resolver problemas matemáticos difíciles, pero con la práctica podemos llegar a ser realmente buenos en lo que hacemos y así anular los efectos negativos de cualquier estereotipo de rendimiento. Después de todo, como hemos visto, lo que necesitamos para aumentar la probabilidad de un buen desempeño está en nuestra respuesta dominante.