El efecto de la taza caliente


La taza de café levemente caliente que sostienes entre tus manos a diario, podría darte una visón de las demás personas, de ti mismo y hasta del mundo, bastante diferente.
Un nuevo estudio revela que las personas que sostienen algo tibio o cálido entre las manos se vuelven más generosas y tolerantes.



Un estudio de la Universidad de Colorado (Usa) revela que la gente que sostiene elementos cálidos entre las manos ven a los demás como más amables y bondadosos, y que, además ellos mismos se vuelven más generosos hacia los demás.


¿En qué consintió el estudio?

Se contó con casi 50 voluntarios, todos estudiantes de la universidad, a algunos se les pidió que sostuviesen una taza de café caliente y a otros un vaso de agua fría mientras se les mostraba en un ordenador fotos personales de una persona desconocida.
Después se le entregaba a cada participante un sobre con información básica sobre la persona... si era casada, a que se dedicaba, si tenía hijos, etc. con el fin de que pudiesen conocerla un poco mejor.
Posteriormente se le solicitaba que midieran los rasgos de la personalidad de la persona incluyendo las relacionadas con los atributos, como por ejemplo 'generosa' o 'poco generosa', 'feliz' o 'infeliz', 'alegre' o 'enojadiza', etc.
Los estudiantes que les había tocado sostener la taza de café caliente evaluaron significativamente mejor a la persona.
“Sin dudas que el efecto de la temperatura física no es sólo para cómo vemos a los demás. También incide nuestra propia conducta”, dice John Bargh, uno de los investigadores, con respecto a que el sostener algo cálido entre las manos nos hace más generosos.


¿Por qué ocurre esto?

El resultado final del estudio afirma la idea de que la calidez física está fuertemente relacionada con la calidez psicológica.
También sugiere que el vínculo podría estar profundamente arraigado en nuestra psiquis, es una asociación que es aprendida desde la niñez, cuando éramos sostenidos por las cálidas manos de nuestros padres y eso no solo nos hacía sentirnos protegidos y sino que también se nos demostraba afecto y cariño.

"Es probable que con la evolución de la especie humana hemos ido desarrollando unas profundas y sólidas asociaciones entre la calidez física y la psicológica, que son el resultado de, seguramente, mucho tiempo de amaestramiento y aprendizaje", dijo el director de la investigación Lawrence Williams, investigador de la Universidad de Colorado.