La ciencia del último esfuerzo


Hace sólo unos meses, a fines de septiembre, el maratonista keniano Dennis Kimetto hizo la carrera de su vida, fue en el maratón de Berlín. Su impresionante ritmo le permitió dejar atrás a su compatriota Emmanuel Mutai para llegar en solitario a la línea de meta e imponer un nuevo record mundial: 2 horas 2 minutos y 57 segundos para los 42,195 kilómetros.


ciencia esfuerzo

La actuación de Kimetto fue un logro notable y demuestra como el cuerpo humano se empuja a si mismo continuamente hacia el límite. Además, hay que resaltar un hecho extraordinario: si bien Kimetto corrió a un ritmo increíble durante toda la carrera, a falta de 2 km para la meta comenzó a correr aún mucho más rápido. De alguna manera, se había aprovechado de una reserva de energía sin utilizar de su cuerpo, lo que fue crucial para imponer el nuevo record.


El último esfuerzo

Lo que generalmente creemos que es el límite de nuestra capacidad para un esfuerzo extremo es la resistencia física de nuestros cuerpos, específicamente la capacidad de nuestro sistema cardiovascular para proporcionar oxígeno y combustible a los músculos. Sin embargo, existe un comportamiento que podemos observar, sobre todo, en deportistas de elite en momentos críticos: tener un rendimiento excepcional cuando parece que ya no deberían quedar fuerzas.

Esto ocurre porque los seres humanos tenemos un mecanismo de auto limitación de reserva de energía, no importa el tipo de esfuerzo que estemos realizando. Nuestro propio cuerpo nos impide alcanzar el máximo potencial ya que poseemos una porción de energía que nunca utilizamos, salvo que el cerebro inconsciente decida lo contrario.

Pero ¿por qué tenemos este mecanismo de reserva? ¿No sería mejor ser capaces de correr tan rápido como sea posible o tener la máxima fuerza siempre que quisiéramos? Una explicación podría ser que si consiguiéramos una fuerza o velocidad del 100% cada vez que quisiéramos, probablemente terminaríamos heridos o lesionados, por tanto, la naturaleza nos ha dotado de esta protección. Pero existe otra razón no menos importante.


Resistencia y emociones fuertes

¿Qué sentido tiene tener fuerza, velocidad y resistencia adicional si no podemos usarla conscientemente? La respuesta está en los innumerables casos de individuos levantando vehículos posteriormente a un accidente o personas que consiguieron sacar de un incendio a un ser querido que jamás imaginaron que podrían alzar. La única regla inalterable es que sólo las emociones más fuertes (miedo intenso, rabia brutal o feroz competencia) pueden accionar este mecanismo.

La lección de esto es que todos poseemos esta reserva energética oculta, pero que sólo la experimentaremos en una situación de necesidad desesperada. La circunstancia podría ser un evento que ponga en riesgo nuestra vida o la de un ser querido, como un incendio, un accidente automovilístico o el ataque de un desconocido. O podría ser también algo más agradable, como tener a la vista la línea de meta y te encuentres cerca de establecer un nuevo récord mundial.