Ser inteligente conduce a más razonamiento crítico pero no a conclusiones correctas


Generalmente asumimos que las personas inteligentes deberían tomar buenas decisiones. Pero la investigación nos dice que la gente inteligente puede ser tan buena razonando lógicamente que muchas veces llegan a la conclusión que ellos quieren, que puede no ser la correcta.


inteligencia

¿Se está calentando la tierra? ¿Causan autismo las vacunas? ¿Es segura la energía nuclear? Las evidencias científicas son bastante claras con respecto a estas preguntas. Sin embargo, muchas personas (entre ellas, algunas con alto coeficiente intelectual) se niegan a aceptar los resultados de la ciencia.

Ocurre que las personas inteligentes parecen estar más sesgadas que el promedio en este tipo de preguntas. Esto lleva a estos individuos a ser particularmente propensos a rechazar pruebas. Muchas veces son tan eficaces en su razonamiento que fácilmente pueden llegar a la conclusión que ellos desean.

He aquí un ejemplo: Uno de mis colegas es una persona que sigue de cerca el debate sobre el calentamiento global. Es inteligente, lee y es crítico. También rechaza el consenso científico. No está convencido de que el mundo se esté calentado. Además, está bastante seguro de que si el mundo se está calentando, los humanos no tenemos nada que ver con eso. Aparentemente, este caso no es excepcional.

¿Por qué tanta gente inteligente rechaza el consenso científico sobre el calentamiento global? Se puede pensar que, simplemente, no confían en algunas de las personalidades que alertan sobre este tema. También se podría argumentar que algunas personas por motivos religiosos rechazan la evolución, por tanto, también muchas teorías científicas.
Pero la evidencia proporciona otra posibilidad: ser inteligente es parte del problema.


Inteligencia vs conclusiones

En el año 2013 un grupo de investigadores de la Universidad de Yale indagó varias posibles explicaciones de por qué tanta gente inteligente no está de acuerdo con el cambio climático. Al principio pensaron que aquellos que eran más conservadores eran más propensos a rechazar ciertos argumentos científicos o mostrar más dificultades con el razonamiento crítico. Pues bien, no se encontraron diferencias en las habilidades de razonamiento crítico entre conservadores y personas más liberales.

A continuación, buscaron si las personas que rechazaban el cambio climático eran simplemente aquellas que tenían menos capacidad para evaluar pruebas. Es de esperar que con un mejor pensamiento crítico y mayor aptitud para la consideración de evidencia, la gente llegue a un consenso. Pero encontraron lo contrario: un razonamiento más crítico derivó en una polarización más extrema en sus posturas.

Y no se trata sólo del cambio climático, en otros estudios se halló el mismo patrón con respecto a las opiniones sobre los riesgos asociados con el uso de la energía nuclear y las vacunas. Por ejemplo, en un estudio realizado en 2014 en la Universidad de Duke, investigadores brindaron profusa información a padres asegurando que las vacunas no causan autismo (que no lo hacen, en realidad). Pero los padres de mayor Coeficiente Intelectual que previamente creían que las vacunas podían causar autismo, no solo no cambiaron de opinión sino que utilizaron su propia información para respaldar aún más sus posturas.

Las personas inteligentes son realmente buenas en el razonamiento crítico. Pero como la mayoría de la gente, estos individuos también tienen un conjunto de creencias y posturas (políticas, religiosas, etc.) que les lleva a apoyar más fuertemente la posición consistente con sus convicciones generales. Es decir, ser inteligente permite evaluar y rechazar más vehementemente pruebas inconsistentes con su punto de vista. Por tanto, la inteligencia nos puede hacer mejores en apoyar nuestras conclusiones, pero no necesariamente en conducirnos a la respuesta correcta.


Referencia:
http://www.nature.com/news/why-we-are-poles-apart-on-climate-change-1.11166



Los niños y la importancia de las tareas manuales


En el pasado, hacer tareas en el hogar como lavar platos o barrer, era una parte integral de la vida del niño. Pero en las últimas décadas esto ha cambiado.


niño limpiando

En la actualidad, gracias a los avances tecnológicos y también a la tendencia de criar a nuestros hijos de una manera más liberal y menos dirigida, es cada vez más difícil ver niños haciendo algún trabajo doméstico. ¿Es esto una buena tendencia o algo que deberíamos desalentar?


Un poco de historia

Hasta casi mediados del siglo XX, los niños eran percibidos por sus padres como una fuerza más de trabajo. Su labor era significativa tanto para la familia como para la economía del hogar. El éxito de un niño en la vida, en gran medida, estaba determinado por lo bien que entendían el comercio, la ganadería o cualquier otro emprendimiento familiar, ninguno de los cuales había sido aprendido en la escuela. La escuela era comúnmente percibida como algo "extra", no crucial en la vida, el decir, el conocimiento "vital" era el transferido por los padres y otros miembros de la familia a los niños.

Pero en los últimos 60 años, aproximadamente, las familias fueron liberando (al menos en las sociedades más desarrolladas) a los más jóvenes del trabajo en casa, para de esa forma darles más oportunidades de estudio y diversión.

Al mismo tiempo, la educación superior también se fue generalizando. El éxito en los estudios creció de forma importante y, gradualmente, los resultados escolares se fueron convirtiendo en una parte fundamental del desarrollo.
De esa forma, el trabajo manual prácticamente desapareció de la vida de muchos niños. Por un lado, se puede percibir esto como un signo de un mejor nivel de vida, pero por otro lado nos podemos hacer una interesante pregunta: ¿Es bueno que los niños de hoy apenas conozcan algún trabajo manual?


Niñez y autoestima

Para ser feliz, cada niño debe sentir que pertenece a algún lugar: familia, ciudad, sociedad, etc. También necesita saber que es útil y necesario para las personas que le rodean. La experiencia dice que, si bien el éxito académico es importante para su autoestima, un niño no necesita ser el mejor de su clase, pero sí necesita sentir que es bueno en algo.

Ahora, a menos que se tenga algún talento específico (artístico, deportivo, etc.), la mayoría de las actividades donde los niños pueden experimentar éxito o fracaso tienen lugar en la escuela.
Aunque cada vez se hace más hincapié en que las evaluaciones escolares no evoquen sentimientos de fracaso constante, esto es justamente lo que perciben los niños con aptitudes académicas por debajo del promedio. Antes, en particular estos niños, fundaban su autoestima a partir de sus habilidades manuales y ayudando a su familia. Muchas veces, estas habilidades también constituyeron la piedra fundamental de su futura profesión. En cambio, en los tiempos que corren se carece de esta coyuntura, incluso habiendo oportunidades para ciertas habilidades manuales, hay escasez de manos expertas.

Que los niños realicen una cantidad razonable y segura de tareas manuales de ayuda en el hogar debe seguir siendo una parte integral de la crianza. Su beneficio radica no sólo en el desarrollo de buenos hábitos de trabajo, sino también en la adquisición de experiencia y destrezas en diversas actividades que ayudarán al desarrollo de una personalidad equilibrada y de sus habilidades motoras y sociales. Además, para los niños menos aptos académicamente, es una oportunidad para hacer algo en lo que pueden ser muy buenos, eso ayudará a apuntalar su autoestima.

Los niños de antaño sabían que quizás no podían resolver una ecuación matemática o hacer un impecable dictado, pero también sabían que podían pintar hábilmente una valla, plantar un árbol o ayudar a su familia en la preparación de la comida, lo que les daba otra perspectiva social y profesional, más allá del éxito en la escuela.