La atracción de los hombres hacia las mujeres varía con las estaciones


pareja

Los estados de ánimo y el comportamiento de los seres humanos cambian naturalmente a lo largo del año. Por ejemplo, algunas personas experimentan trastorno afectivo estacional, una forma de depresión que suele manifestarse en invierno, aunque en realidad, estos cambios psicológicos extremos son relativamente raros.

Sin embargo, las fluctuaciones estacionales menos perceptibles son realmente bastante comunes, incluso entre los individuos sanos. Dichos cambios pueden tener implicaciones visibles en nuestras vidas de pareja. De hecho, una investigación reveló que, al menos entre hombres heterosexuales, sus patrones de atracción hacia las mujeres varían con las estaciones.

En este estudio, 114 hombres con edades entre los 18 y 53 años, clasificaron el atractivo de varias mujeres cada tres meses a lo largo de todo un año. Específicamente, una vez por cada estación. A cada hombre se le solicitó que clasificara, mediante un sistema de puntajes, dos pares de fotos de personas del sexo opuesto. Una de las fotos sólo mostraba las caras de las mujeres, la otra era una imagen de cuerpo entero en ropa interior.


Los investigadores descubrieron que la atracción de los hombres por las caras femeninas no tuvo variaciones durante el curso del año. Sin embargo, la atracción por los cuerpos sí sufrió cambios: ellos se mostraban más atraídos por los cuerpos femeninos durante los meses más fríos.

Por otra parte, los hombres que estuvieron en una relación formal durante el curso de todo el estudio, reportaron fluctuaciones similares de cómo percibían a su pareja. Específicamente, los individuos tendían a pensar que su pareja era más libidinosa en invierno que en verano.


¿Cómo explicamos este patrón de resultados?

Para los investigadores, las causas son variadas. Una de ellas es que las personas llevan menos ropa en verano, y en particular en el caso de las mujeres, las prendas tienden a ser más sexys. Esto provoca que el estándar de comparación corporal sea mucho mayor cuando hace calor. Piense en ello de esta manera: debido a que todo el mundo está mostrando gran cantidad de piel durante el verano, los niveles que califican a alguien como "sexy" se establecen más arriba. En cambio, en invierno la piel ya no está tan visible, por lo que vuelve a ser más novedoso y emocionante de mirar.
El hecho de que las calificaciones faciales no cambiaran apoya esta teoría, dado que la gente ve caras durante todo el año, por tanto, el estándar de comparación facial siempre es bastante constante.

Otra causa que puede influir es que los niveles hormonales masculinos fluctúan estacionalmente. La hormona sexual masculina por excelencia es la testosterona, y esta se genera mejor en invierno. La síntesis de esta hormona en el organismo se produce a partir del colesterol y la época que más colesterol consumen las personas es durante el invierno.


¿Existe alguna consecuencia en el mundo real a partir de estos cambios?

Las tasas de natalidad tienden a alcanzar un máximo a finales del tercer trimestre y principios del cuarto (septiembre, octubre, noviembre) en el hemisferio norte y a fines del primer trimestre y principios del segundo (marzo, abril, mayo) en el hemisferio sur. Lo que significa que un número mayor a lo habitual de concepciones ocurre durante los meses de invierno.
Los diagnósticos de enfermedades de transmisión sexual tienden a alcanzar un máximo durante los meses de invierno. También, una investigación del año 2007 determinó que a los hombres les afecta más un rechazo sexual en invierno que en verano.

Se necesitan más estudios para determinar si los cambios estacionales en la atracción también se aplican a las mujeres y a personas de diferente orientación sexual. Sin embargo, las investigaciones ya existentes nos dan razones para sospechar que no es el clima lo único que varía con el cambio de estaciones.


Referencia:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/18773730



Epigenética: el bienestar del padre y la salud del hijo


Cuando una mujer está embarazada es fundamental que tenga hábitos saludables, no fumar, alimentarse adecuadamente, no consumir alcohol y mantenerse alejada de productos tóxicos, ya que esto puede influir negativamente en la salud del niño. Pero recientes estudios indican que el estilo de vida del padre al momento de la concepción también juega un rol fundamental.


padre hijo

¿Qué es la epigenética?

La epigenética es el estudio de cómo el entorno social y el estilo de vida pueden producir cambios en la expresión génica de una persona. Es decir, son interacciones entre genes y medio ambiente que se producen en los organismos.

En los últimos años, una amplia gama de investigaciones sobre este tema han advertido que la salud física del padre en el momento de la concepción puede afectar en gran medida la salud de su descendencia.

Uno de los últimos estudios, realizado por la Universidad de Copenhague, reafirma que determinadas características hereditarias se transmiten a los hijos sobre la base de ciertos aspectos del bienestar del padre al momento de la concepción.
Distintas circunstancias en el estilo de vida paterno parecen afectar la futura salud del niño. Algunas de estas características incluyen el peso corporal, la dieta y el ejercicio. Ser alcohólico o fumador también tiene un impacto epigenético perjudicial en el esperma del padre, y posteriormente, en la salud a largo plazo de su hijo.


Cambios en las células espermáticas

El estudio danés titulado "La obesidad y la cirugía bariática impulsan cambios epigenéticos en los espermatozoides humanos" revela que el porcentaje de grasa corporal de un hombre afecta la información hereditaria, dichas alteraciones se producen en las moléculas ARN del líquido seminal.

Los investigadores descubrieron que los espermatozoides de hombres flacos y obesos tienen diferentes marcas epigenéticas. También se hallaron diferencias entre hombres fumadores y no fumadores, y en hombres alcohólicos y aquellos que bebían moderadamente o no consumían alcohol.

Una de las variaciones más dramáticas de las expresiones génicas se produjo en las regiones cerebrales asociadas con el autocontrol (lo que incluye el control del apetito). Esta revelación podría ofrecer una explicación biológica de por qué los hijos de padres obesos tienen alta predisposición a la obesidad.


Lo que llevó a los investigadores a realizar este estudio fue el hallazgo de que en un pequeño pueblo nórdico se experimentó una severa hambruna hace varias generaciones, y que aún hoy existe un alto riesgo en sus descendientes de desarrollar enfermedades metabólicas, como por ejemplo, diabetes. El estrés nutricional de aquellos individuos fue trasmitido epigenéticamente a las sucesivas generaciones.

¿Qué razones evolutivas existen para que se produzcan estos cambios, por ejemplo, para que el porcentaje de grasa corporal de un padre sea significativo para su descendencia? La teoría más aceptada por los científicos es que en tiempos de abundancia es una forma instintiva de alentar a los niños a comer más y ganar peso. Pensemos que la obesidad es un problema muy reciente en la evolución humana y que hasta hace sólo algunas décadas la capacidad de almacenar energía era una ventaja para resistir infecciones y hambrunas.


Salud y descendencia

La investigación epigenética está abriendo grandes posibilidades para crear estrategias que pueden ayudar a mermar algunos problemas de salud, como la diabetes, la obesidad, enfermedades cardíacas, etc. en las generaciones futuras. Características genéticas que se pensaban que eran inmodificables, de hecho, pueden ser maleables.

Si bien la investigación sobre epigenética todavía está en sus comienzos, hoy en día se sabe que hay niños que presentan predisposición a ciertas patologías debido a determinadas influencias paternas, independientemente de su madre.

Es de esperar que esta creciente evidencia científica inspire a los futuros padres a llevar una vida más sana, a hacer más ejercicios y a comer más saludablemente antes de concebir un hijo.


Referencia:
http://www.cell.com/pb-assets/journals/research/cell-metabolism/on/cmet1935_r.pdf