El llanto del final feliz


El psicoanalista Joseph Weiss realizó muchas contribuciones importantes a la psicoterapia y al psicoanálisis, tal vez uno de sus aportes más simples y a su vez más interesantes fue su concepto plasmado en su artículo "el llanto del final feliz" en 1952.


llanto final feliz

Weiss intentó explicar por qué ocurría que la gente lloraba en los finales felices de las películas. Comúnmente mirando una película podemos ver peligro, muertes, tragedias, pero en lugar de llorar en esos momentos los espectadores son más proclives a derramar una lágrima cuando el final representa alguna forma de reconciliación, reencuentro o resolución de cierta manera exitosa. ¿Por qué el espectador no llora en el momento que se está produciendo una tragedia y sí cuando los eventos se resuelven de una forma satisfactoria?


El concepto de seguridad

En realidad, los seres humanos somos bastante reticentes a expresar sentimientos apropiados a una situación dolorosa o peligrosa mientras dicha situación se está desarrollando, por el contrario, cuando la situación concluye, allí si nos sentimos más seguros de expresar lo que, en realidad, estuvo allí todo el tiempo.

Un paralelo a esto podría ser la experiencia de estar en un ambiente extremadamente frío y posteriormente entrar a una casa cálida. Es ahí cuando más nos ponemos a temblar y a decir lo frío que está afuera. Esto es así porque cuando alguien está en una situación de peligro, la prioridad de la mente es sobrevivir y dominar ese peligro, las emociones se reprimen para posteriormente emerger cuando el peligro ha pasado.

Una versión extrema de este fenómeno sería las personas con estrés post-traumático. Imaginemos una prolongada y amenazante situación de peligro en la que un individuo se ve totalmente impotente. Para sobrevivir a esa circunstancia, los sentimientos tienen que ser reprimidos. Es sólo cuando la persona regresa a la seguridad que aparecen algunos síntomas (pesadillas, ataques de pánico, etc.) Todo esto habría sido apropiado durante el período del trauma, pero no podía ser expresado de manera segura.


Los seres humanos reprimimos los sentimientos y percepciones que nos dejan demasiado expuestos para el momento, pero en condiciones de seguridad, somos capaces de comenzar a dejarlos salir.

Por tanto, este fenómeno también nos ocurre cuando vemos películas, seriales de televisión o leemos un libro, en las cuales de alguna manera, son situaciones que experimentamos sentimientos y los expresamos cuando la situación se resuelve de forma satisfactoria. Es decir, no es que la situación felizmente concluida lleve al llanto, en realidad, hace que nos sea posible expresar lo que siempre estuvo allí, pero que había sido reprimido.

Esta situación simple es a menudo sorprendente, y como hemos visto, está estrechamente relacionada a esa profunda e instintiva sensación de seguridad que tanto anhelamos los seres humanos.



Hombre vs depredador: los humanos cazados


Nuestras emociones, como por ejemplo las (a veces) desmedidas sensaciones de miedo que sentimos los seres humanos, son el resultado de millones de años de evolución que fueron dando forma a nuestra especie, convirtiéndonos en lo que actualmente somos.


hombre depredador humano

Mirando nuestro pasado ancestral sin duda que podemos obtener valiosa información sobre la naturaleza humana, pero algunas de nuestras creencias acerca de los primeros pobladores humanos de la tierra no son siempre las correctas. En los últimos tiempos hemos visto asiduamente en diferentes películas, a aquellos primeros humanos como hábiles y agresivos cazadores empuñando lanzas contra los mamuts en la nieve.
Pero la investigación científica nos dice otra cosa: que los primeros hombres que poblaron la tierra eran presas fáciles y que, en realidad, lo más probable es que ellos fueran los cazados.

Pensemos por un momento que los primeros humanos convivieron con enormes hienas de cerca de 200 kilos o con el temible Smilodón, también conocido como "el tigre dientes de sable" y una enorme variedad de otros tipos de depredadores. En cambio, los humanos no tenían colmillos, ni garras, su piel era fina y los medios de defensa muy escasos, todo esto los convertía en presas fáciles para los depredadores.

Por ejemplo, en su libro "Primates, depredadores y evolución humana" el Dr. Robert Sussman, profesor de antropología de la Universidad de Washington escribe que "Hace alrededor de 5 a 3 millones de años, cuando los homínidos se estaban volviendo humanos y medían aproximadamente unos 130 centímetros, el mundo debió haber sido un lugar bastante aterrador.
En aquella época, los depredadores eran tres veces más grandes y diez veces más abundantes que ahora. Una consecuencia de ello es que los actuales estudios a restos fosilizados de diferentes depredadores, como leones, hienas o tigres, muestran signos de abundante depredación a seres humanos, nada menos que el 6,5 % de los restos fósiles de animales presentan signos de depredación a humanos".

Todo esto dejó una profunda huella en nuestra naturaleza, los depredadores ya no son una gran amenaza para la mayoría de nosotros hoy en día, pero aún conservamos un miedo profundamente arraigado hacia ellos, que por ejemplo, la industria cinematográfica explota al máximo. Los depredadores tocan un nervio sensible en nosotros, un miedo que se remonta a millones de años.

Uno de los resultados más profundos de este temor fue nuestro desarrollo como primates sociales. En la cantidad hay más seguridad, esta es la razón por la que muchos animales viven en grupos, incluidos todos los grandes primates. Los chimpancés, los babuinos, los gorilas y otras especies de primates viven en grupos sociales de diferente tamaño y los miembros de estos grupos interactúan para protegerse de los depredadores.


Cuando los investigadores estudiaron de que forma se organizan en grupos sociales los diferentes primates, encontraron que los que viven en grupos más grandes y organizados son los que están más expuestos a los depredadores, incluso muchas especies se enfrentan a ellos si es necesario.

Hoy en día vivimos en grandes comunidades de miles o millones de personas. Ser seres sociales ha sido tremendamente importante para nosotros, y una gran medida de lo que somos es debido a la amenaza que ejercieron los depredadores, esos mismos que hasta el día de hoy nos despiertan un cierto temor con sólo verlos.