Lógica y emoción: mentes en conflicto


Imagine que está conduciendo tranquilamente su coche por una carretera, cuando repentinamente observa que un camión que viene en sentido contrario, ha perdido el control. En este caso, es probable que su mente responda a la amenaza incluso antes que su sistema cognitivo sea plenamente consciente de ella.


Lógica y emoción

La reacción inicial al peligro es rápida, muy rápida y con un mínimo de reflexión. Este tipo de respuesta, si bien es propensa al error, en un ejemplo como el de la carretera puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.

Un concepto interesante es entender como la mente se divide en partes que a veces entran en conflicto. En un nivel básico, las decisiones individuales se entienden como las interacciones entre el cerebro lógico (procesos cognitivos) y el cerebro emocional (o sistema límbico).
El cerebro lógico funciona lentamente, calcula y considera las evidencias, cuando este toma una decisión es fácil de explicar con palabras. En cambio, el cerebro emocional es intuitivo, rápido, automático y no muy accesible a la conciencia.


Las reacciones emocionales tienen su origen en la amígdala y no pasan por el proceso del pensamiento lógico. Sus consecuencias en el cuerpo son las palpitaciones, sudoración, tensión muscular y la liberación adrenalina y cortisol en el torrente sanguíneo. A su vez, el sistema lógico, al identificar este proceso puede calmar o incluso anular esta reacción.

El tiempo que demora un impulso nervioso para viajar desde los sentidos (estímulos) a la amígdala (origen del cerebro emocional), es de una pequeña fracción de segundo. Por el contrario, el tiempo que tarda un impulso nervioso en viajar al sistema lógico es mucho más largo. Esto es así porque las conexiones neurales del sistema emocional (o límbico) hacia las regiones lógicas son más fuertes que a la inversa.
Esto explica por qué el control consciente sobre las emociones es débil, es decir, es fácil para nuestra información emocional abrumar a nuestro pensamiento lógico, en cambio, es más difícil que nuestro control consciente prevalezca sobre las emociones.


Por ejemplo, las fobias ilustran claramente (y quizás de forma extrema) la separación entre las respuestas emocionales y las evaluaciones cognitivas.

¿Es posible controlar el cerebro emocional?

El desarrollo de los estados de ansiedad se determinan conjuntamente por la fuerza relativa del cerebro emocional y la capacidad cognitiva para controlar estas respuestas. La reducción de la ansiedad está asociada con la disminución de la actividad de la amígdala y con una mayor actividad de la corteza frontal, esto se puede lograr, por ejemplo, con la meditación. También, algunas investigaciones han revelado que las personas con un mejor control atencional, son capaces de desviar más rápido la atención sobre los estímulos que generan ansiedad y canalizar sus pensamientos en la dirección que ellos deseen.