Cómo y por qué evitar el castigo físico en niños


castigo físico niño

Cuando nacemos, los seres humanos poseemos similares respuestas a estímulos que tenemos cuando ya somos mayores: el placer, la sorpresa, la ira, la angustia, la vergüenza, el asco, etc. A medida que crecemos, estas respuestas se combinan con la experiencia para formar una vida emocional más compleja.

Aún en países desarrollados, todavía hay muchísimos adultos que aprueban el castigo físico a pesar de que las evidencias apuntan a que, no sólo no funciona, sino que empeora las cosas, además de que hay alternativas eficaces.
El castigo físico implica el uso de la fuerza corporal con la intención de que el niño experimente incomodidad y dolor con el fin de corregir su conducta. Esto incluye nalgadas, golpes, bofetadas, pellizcos, azotes, etc.


Por ejemplo, en Estados Unidos el 60% de los adultos aprueba el castigo físico a niños, además, en 19 estados de ese país, el castigo corporal por parte de maestros es legal en las escuelas.

Las investigaciones demuestran que los niños que son golpeados se identifican con el agresor y serán más propensos a convertirse ellos mismos en abusadores de su cónyuge e hijos. Es una forma de dar a entender al niño que la violencia es un forma de tratar los conflictos.

La evidencia muestra que el castigo físico es increíblemente perjudicial en todos los niveles del desarrollo. Cientos de estudios documentan que este tipo de castigo se asocia con una posterior conducta antisocial, agresión verbal y física, delincuencia, baja calidad de relaciones entre padres e hijos y alteraciones en la salud mental.


Alternativas eficaces al castigo físico

Existen una variedad de alternativas que proporcionan a los padres una mayor comprensión acerca del desarrollo de sus hijos y en ciertos casos, disminuir la frustración e impotencia que a menudo conducen al castigo corporal. Una de las maneras más útiles de lograr esto es promover las palabras en vez de las acciones.

Si el niño pudiera verbalizar sus sentimientos, aprendería a retrasar la acción. El aumento de su capacidad de poner palabras a los sentimientos y acciones daría como resultado una mayor regulación de su tensión y auto-conciencia, esto daría lugar a tomas de decisiones más reflexivas.
Veamos algunas opciones de cómo puede llevarse a cabo este proceso:

  • Usar palabras en vez de acciones, hable con el niño acerca de cuáles comportamientos son aceptables y cuáles no, lo que es peligroso y por qué.
  • Escuchar al niño y saber por qué hizo algo o lo dejó de hacer, al permitirle explicar sus razones aumentarán sus capacidades para las tomas de decisiones.
  • Ayude al niño a etiquetar sus sentimientos con palabras tan rápido como sea posible, los nueve sentimientos innatos que poseemos los humanos (el interés, el disfrute, la sorpresa, la ira, la angustia, la vergüenza, el miedo, la repulsión y el asco) deben ser etiquetados con palabras. Esto facilitará la regulación de la tensión y ayudará a la transición hacia formas más maduras del manejo de las emociones.
  • La palabra "disciplina" viene del latín "discere" que significa "aprender" y en el comportamiento infantil tiene un significado especial, ya que estas conductas se conectan directamente con los sentimientos internos. Por tanto, la disciplina es un proceso que se ocupa del aprendizaje de la conducta y de los sentimientos que la causan.
  • Mejorar la autoestima del niño mediante elogios cuando cumpla con las normas de conducta, la reafirmación positiva es mucho más eficaz para obtener el cumplimiento de comportamientos a largo plazo, que cualquier tipo de castigo.
  • Los niños se identifican con sus padres, por lo tanto, sea un buen ejemplo. Ellos tienden a imitar a sus padres tanto en sus acciones como en sus palabras.
    Como se desempeñan, como hablan o como se comportan sus padres, tiene un profundo impacto en el desarrollo de los hijos.

Para terminar...

El castigo físico es de eficacia limitada y tiene, potencialmente, efectos secundarios muy nocivos. Se debe ayudar y alentar a los padres a desarrollar métodos que no sean los azotes corporales para controlar el comportamiento no deseado.
Si realmente queremos sociedades con menores niveles de agresividad y violencia, no golpear a los niños es una buena forma de comenzar.